Calle Angosta de los Mancebos

La calle Angosta de los Mancebos, dentro del barrio de La Latina, va desde la calle de Bailen a la calle de los Mancebos. 

Hay quien cuenta que el nombre de la calle se debe a que a este lugar daban los aposentos de los pajes del marqués de Villafranca, hoy sede de la Real Academia de Ingeniería.

Sin embargo hay otra leyenda que cuenta una historia mucho cruel sobre el nombre de la calle. Dice que el nombre se le dio en memoria de los dos jóvenes que aquí fueron ejecutados tras ser declarados culpables de la muerte del rey Enrique I de Castilla, hijo de Alfonso VIII, que había subido al trono con 11 años.

Parece ser que el 6 de junio de 1217 estaba el rey, que entonces contaba con 13 años, jugando en el patio del palacio episcopal de Valencia y de repente cayó una teja desde la torre y le mató. Deprisa y corriendo se acusó a dos jóvenes de haber arrojado la piedra por lo que se les apresó y se les trajo a Madrid donde se les encerró en la torre de la casa de los Laso de Castillo. Posteriormente fueron degollados en la actual calle de los Mancebos, y finalmente fueron enterrados en la Iglesia de San Andrés.

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Dice Pedro de Répide de esta calle:

De la calle de los Mancebos a la de Bailén. Iguales barrio, distrito y parroquia que la anterior ( b. de Alfonso VI, d. de la Latina, p. de San Andrés) . 

Es la única que conserva en Madrid el calificativo que por su menor anchura la distingue de otra que lleva nombre igual. Así, antes había calle Angosta de los Peligros, que era la de los Peligros actual, pues la Ancha de esa denominación era la de Sevilla cuando todavía era bastante estrecha. Había también calle Ancha y calle Angosta de San Bernardo, siendo esta última la que ahora es de la Aduana. Y calle Ancha y Angosta de Majaderitos, ahora de Barcelona y de Cádiz. 

Hace unos años, pasando quien esto escribe por la desembocadura de la vía de que se trata vio con cierta sorpresa que acababan de situar en ella una placa rotuladora en que se decía clarísimamente: "Calle de Angosta de los Mancebos". Hube de apresurarme a publicar un artículo preguntando quién era aquel señor Angosta a que parecía referirse el letrero, y llamando la atención acerca del suceso. A las dos horas de haber aparecido el artículo, tuve el gusto de recibir una carta de D. Alberto Aguilera, entonces alcalde de Madrid, diciéndome que, enterado por mí de aquel desafuero gramatical y menosprecio de la historia madrileña, había dado inmediatamente las órdenes para que el rótulo en cuestión fuese sustituido por el que debía. En efecto, a la mitad del mismo día volví a pasar por el lugar indicado y la placa había ya desaparecido, siendo poco después reemplazada por la que actualmente existe.