sábado, 2 de mayo de 2015

Calle de la Espada

Calle de la Espada

La calle de la Espada tiene su origen en la plaza de Tirso de Molina y termina en la calle de la Esgrima.

En la casa conocida como la Casa del Inquisidor, un maestro de esgrima levantó su escuela y, a modo de reclamo publicitario, colgó una espada de una cadena junto a la puerta. No sólo eso, sino que afirmaba que la espada perteneció a un noble francés, que la llevó en varias batallas y casi le otorgaba poderes prodigiosos.

Durante años el maestro de esgrima enseñó a muchos tiradores de espada en este corralón -entre otros, don Félix Lope de Vega y su hermano-, hasta que el dueño de la casa, harto de no cobrar algunos pagos y deseoso de demoler la vivienda para reedificarla, echó al maestro de esgrima. Eso sí, como sabía del valor que tenía la espada (o del que su dueño le daba) se quedó con ella en compensación por las deudas. El propietario comenzó el derribo del corralón, pero por un litigio con los frailes del vecino convento de la Merced no pudo completar la obra y la espada quedó allí colgada mucho tiempo, dando nombre a la calle.

Se dice que don Antonio de Silva y Toledo, duque de Alba, paseando de camino a su palacio -situado entorno a la actual calle del Duque de Alba-, observó la espada y se encaprichó de ella y de sus fantásticas historias. El dueño de la finca, que aún se encontraba en pleitos con los monjes, no dudó en aceptar la oferta del aristócrata, y desde entonces la espada pasó a formar parte de la colección particular del duque.

En la calle de la Espada aconteció a fines del siglo XVIII un suceso más dramático por sus consecuencias que por el hecho mismo. Fue el robo y tentativa de asesinato cometido en una tienda que regentaba una mujer, quien quedó gravisimamente herida y a punto de casi morir. Salvóse, abandonó Madrid y el destino hizo que años después se casara con el mismo que en la oscuridad de un atardecer quiso matarla y robarla. Aquel hombre, que había sido el majo más tímido entre la manolería, habíase redimido de su vida pasada y, poseedor de alguna fortuna, ganada con honrado esfuerzo en América, había acertado a contraer matrimonio en un pueblo de Cataluña con la que fue su víctima, sin que ni él ni ella se reconocieran en el recuerdo de aquel acaecimiento hasta que una desdichada fatalidad vino a hacerlo, rompiendo su unión, que había sido venturosa.   

En la esquina de la calle de Soler y González, antes de la Pingarrona, estaba el edificio de del primer consultorio para niños de pecho, La Gota de Leche, con baños y otros departamentos destinados al cuidado de la higiene infantil.

Gloria Fuertes nació en la calle de la Espada nº3 el 28 de julio de 1917. Nacida en el seno de una familia de origen humilde, su padre era portero y su madre costurera y sirvienta. La pequeña Gloria se crió jugando en la plaza del Progreso, hoy plaza de Tirso de Molina y en las calles del Lavapiés de la época.

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