sábado, 7 de marzo de 2015

Calle de Concepción Arenal

Calle de Concepción Arenal

La calle de Concepción Arenal se encuentra entre la Gran Vía y la calle del Desengaño.

La calle está dedicada a la escritora y socióloga Concepción Arenal, nacida en 1820 en Ferrol (A Coruña).
Concepción Arenal Ponte (Ferrol, 31 de enero de 1820 - Vigo, 4 de febrero de 1893) fue una importante escritora española realista vinculada al pionero movimiento feminista de finales del siglo XIX.

Nacida en una casa del barrio conocido como Ferrol Viejo, su padre, Ángel Arenal Cuesta, fue un eminente militar (sargento mayor, rango equivalente al de Teniente Coronel con funciones mixtas de Intervención e Intendencia) que sufrió muchas veces represión por su ideología liberal y por estar en contra del régimen absolutista del rey Fernando VII. A consecuencia de sus estancias en prisión, cayó enfermo y murió en 1829, por lo que Concepción quedó huérfana de padre a los 9 años. En ese mismo año, marchó con su madre, María Concepción Ponte Mandiá Tenreiro y sus dos hermanas, Luisa y Antonia, a Armaño (Cantabria), a casa de su abuela paterna, donde recibió una férrea formación religiosa. Un año después, falleció su hermana Luisa. En 1834 se trasladaron a Madrid, con ayuda de su pariente Antonio Tenreiro, segundo Conde de Vigo, donde Concepción estudió en un colegio para señoritas. Siete años después entró, contra la voluntad de su madre, como oyente en la Facultad de Derecho de la Universidad Central de Madrid, vistiendo ropas masculinas, puesto que en la época la educación universitaria estaba vetada a las mujeres. Vestida también de hombre, Concepción participó en tertulias políticas y literarias, luchando así contra lo establecido en la época para la condición femenina.

Acabada la carrera, se casó en 1848 con el también abogado y escritor Fernando García Carrasco. Años después, colaboraron juntos en el periódico liberal La Iberia, hasta que en 1857 su esposo falleció de tuberculosis. Concepción, viuda y con dos hijos (Fernando, 1850 y Ramón, 1852), se trasladó a Potes (Cantabria), donde conoció a un joven músico, Jesús de Monasterio, alumno de Santiago Masarnau Fernández, primer presidente de las Conferencias de San Vicente de Paúl, quien la invitó a fundar en 1859 el grupo femenino de las Conferencias de San Vicente de Paúl para ayuda de los pobres. Para ellas, Concepción escribe en 1860, La beneficencia, la filantropía y la caridad, que dedicó a la Condesa de Espoz y Mina, y que presentó al concurso convocado por la Academia de Ciencias Morales y Políticas, bajo el nombre de su hijo Fernando, que tenía entonces 10 años. Después de una serie de conflictos sobre la forma incorrecta de introducir su escrito en el concurso, se le concedió el premio y fue la primera mujer premiada por la Academia.

En 1863, se convirtió también en la primera mujer que recibió el título de Visitadora de Cárceles de Mujeres, cargo que ostentó hasta 1865. Posteriormente publicó libros de poesía y ensayo, como Cartas a los delincuentes (1865), Oda a la esclavitud (1866) —que fue premiada por la Sociedad Abolicionista de Madrid—, El reo, el pueblo y el verdugo o La ejecución de la pena de muerte (1867). En 1868, fue nombrada Inspectora de Casas de Corrección de Mujeres y tres años después, en 1871, comenzó a colaborar con la revista La Voz de la Caridad, de Madrid, en la que escribió durante catorce años sobre las miserias del mundo que la rodeaba.

En 1872 fundó la Constructora Benéfica, una sociedad dedicada a la construcción de casas baratas para obreros. Posteriormente también colaboró organizando en España la Cruz Roja del Socorro, para los heridos de las guerras carlistas, al frente de un hospital de campaña para los heridos de guerra en Miranda de Ebro. En 1877, publicó Estudios Penitenciarios.

Con Concepción Arenal, nació el feminismo en España. Como los krausistas, otorga a la educación e instrucción de la mujer un papel fundamental, pues Concepción dijo que la mujer no tiene otra carrera que el matrimonio, ya que los hombres aprenden un oficio y las mujeres no. Los oficios que la mujer puede desempeñar serían: relojera, tenedora de libros de comercio, pintora de loza, maestra, farmacéutica, abogada, médica de niños y mujeres y sacerdote (no monja). Nunca se debe dedicar a la política ni a la vida militar. Instrucción que la mujer debe procurar, pues dirá de los hombres que tienen inclinaciones de sultán, reminiscencias de salvaje y pretensiones de sacerdote. Las críticas que dirige al clero fueron: En general es muy ignorante, no querer a la mujer instruida, es mejor auxiliar, mantenerla en la ignorancia. Concepción Arenal, una pensadora del catolicismo social, como muestra en La Voz de la caridad, y como tal la reivindica el jesuita J. Alarcón en Razón y Fe, 1900-1902, al ser el ideal de un feminismo aceptable, por ser genuinamente español e íntegramente católico. Concepción Arenal, autora poco leída y citada de forma descontextualizada, fue para la mayoría de los católicos de su época una heterodoxa. Con la creación de la Acción Católica de la Mujer, el feminismo católico y conservador propugnado por el Movimiento católico, realizará una constante labor de hostigamiento al feminismo católico y reformista arenaliano, que a principios del siglo XX representa la Asociación Nacional de Mujeres Españolas.

Concepción Arenal actuó como intermediaria de la María Victoria dal Pozzo, esposa de Amadeo de Saboya, que desde el exilio siguió mandando donativos para españoles necesitados.

Murió el 4 de febrero de 1893 en Vigo, Pontevedra, donde fue enterrada. Es su epitafio el lema que la acompañó durante toda su vida: A la virtud, a una vida, a la ciencia. Sin embargo, su frase más celebre fue probablemente Odia el delito y compadece al delincuente, que resume su visión de los delincuentes como el producto de una sociedad reprimida y represora.

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