La calle de Arganzuela es una antigua calle del Madrid de
los Austrias. Baja desde la calle de Toledo hasta la castiza plaza del Campillo del Mundo Nuevo, en la Ronda de Toledo, en las inmediaciones del Rastro. Parece
probable que el origen de este nombre fuera la Dehesa de Arganzuela, zona de
pastos a orillas del río Manzanares en el sur de Madrid.
Esta calle se llamada con anterioridad "calle de la
Encrucijada" y "calle de la Mancebía" por la mancebía que tuvo
ubicación entre esta vía y la calle de Toledo. Los modernos especialistas en
la historia de las calles de Madrid atribuyen el nombre de
"Arganzuela" a la fantasía de los cronistas clásicos de esta villa, y
especulan con la posibilidad de que, en realidad, se trate de una deformación
del gentilicio de los colonos llegados de Arganda del Rey que se instalasen en
esta zona del viejo Madrid (Arganda pequeña = Arganduela = Arganzuela).
La leyenda popular que remonta el origen de esta calle al
reinado de Isabel la Católica, relata la historia de la familia de un alfarero
venido del pueblo de Daganzo (al que conocían sus vecinos como "el tio Daganzo") que, viudo y con varios hijos, se instaló en una
alquería de las inmediaciones. Tenía el alfarero una hija, "Sanchica"
(diminutivo de Sancha), la menor de los hermanos, que a pesar de ser pequeña y
enfermiza, subía a diario las cantarillas del cercano río Manzanares necesarias
para el trabajo del alfar y la subsistencia familiar. Y ocurrió que pasó por
allí la reina, sedienta para mayor fantasía. Le pide agua y Sanchica se la
ofrece en su mejor cantarilla: Una lágrima en el rostro de la niña despierta la
piedad y curiosidad de la reina. Tras la conversación, ordena a un hombre de su
séquito que llene tres veces el cántaro y riegue el perímetro de una pieza de
tierra que regala como dote real a la muchacha. El lugar empieza así a llamarse
"de la Daganzuela" (la “chicuela” de Daganzo), que más tarde se transformará
en "la Arganzuela". La "sanchica" alfarera acabó, como
suele ocurrir en casi todas estas piadosas leyendas, en la Venerable Orden
Tercera de San Francisco (de ahí que el ceramista Ruiz de Luna la pintase con
toca blanca y saya oscura en la placa del callejero de Madrid).
Toda esta historia parece ser solo un invento de Antonio Capmani, autor de libro "Origen histórico y etimológico de las calles de Madrid" y aceptado por cronistas posteriores a él.
Toda esta historia parece ser solo un invento de Antonio Capmani, autor de libro "Origen histórico y etimológico de las calles de Madrid" y aceptado por cronistas posteriores a él.
En 1814 se instaló en homenaje a Fernando VII, en la
embocadura de esta calle de Arganzuela, una fuente popularmente llamada
"La Fuentecilla". Mesonero Romanos la describe, sin pelos en la
lengua, como "desdichada
fuente" a la que nadie osaría llamar monumento como no fuera "monumento fúnebre del buen gusto";
y luego continúa su curiosa descripción de la calle de esta manera:
"Ninguna iglesia,
ningún edificio público ni principal viene a interrumpir la continuada
democracia de esta calle, y desde el principio de ella hasta el fin, está
seguro el paseante de hallar por ambos lados despues de una posada una taberna,
luego una barbería, más allá un albardero junto á un herrador, y enfrente de un
bodegón ó de una espartería... Se nos olvidaba que a su estremidad la hallamos
dignamente terminada a la izquierda por la Casa matadero, útil aunque muy
repugnante establecimiento, hoy muy mejorado con nuevas construcciones; y a la
derecha con un caserón empezado a construir por la Villa, no sabemos con qué
objeto, hace algunos años y abandonado despues. Este edificio, conocido por la
Casa Pabellones, fue un tiempo cedido a la Sociedad de Mejora de Cárceles para
establecer en ella una casa de corrección, pero no llegó a verificarse. Antes
de llegar a la casa del Matadero y a la esquina de la calle de los Cojos,
estuvo tambien el piadoso albergue de San Lorenzo, en que se recogía por la
ronda de pan y huevo, a los pobres estraviados en las calles durante la noche,
y se les daba aquella frugal colación y un humilde lecho, por la hermandad
fundada en 1598 por Pedro Cuenca..."
En una entrevista
realizada al gran ceramista Alfredo Ruiz de Luna, autor de las placas que
identifican las calles del Madrid histórico y base documental de este blog, se le pregunta:
¿Cuál es su placa
favorita?: La de la calle de Arganzuela, responde sin titubear.
En la entrevista, Alfredo continua comentando que su nombre viene dado por la que por entonces era hija de Daganzo (Sancha Daganzuela). Cuenta la leyenda que
se trataba de una mujer de enorme belleza. Al no existir retrato de esta persona, Alfredo se inspiró... en su mujer .
"Por ese motivo
es la calle a la que más cariño tengo".
Decía que "cada domingo
paseamos mi mujer y yo por el centro de Madrid e irremediablemente terminamos pasando por
la 'calle de mi mujer'".
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