lunes, 30 de enero de 2017

Calle de los Caños del Peral

Calle de los Caños del Peral

La calle de los Caños del Peral se encuentra entre la plaza de Isabel II y la costanilla de Los Ángeles.

Popularmente la calle fue conocida con el nombre de Arrastraculos por lo empinada que es.

Tomaba el nombre actual de los dos famosos caños protegido por un peral que surtían de agua a unos baños públicos que había en esta calle en tiempos de los árabes. Aunque se cuenta que Alfonso VIII los mandó derribar porque le desagradaba que sus soldados se bañaran frecuentemente ya que pensaba que les quitaba fuerzas para las campañas, es más probable que lo hiciera para aprovechar el agua con destino a la llamada huerta de la Reina, quinta de recreo que mandó construir para su esposa doña Leonor y que se extendía desde la calle del Arenal hasta la de las Fuentes, pasando por la actual plaza de Isabel II.

La fuente fue diseñada posteriormente por Juan Bautista de Toledo, primer arquitecto del Monasterio de El Escorial, haciendo que se constituyera por un conjunto de caños distribuidos a lo largo de 34 metros, con un frente de sillares almohadillados de granito y caños monumentalizados mediante veneras de granito. Junto a ella, se encontraba un acueducto denominado de Amaniel que conducía el agua hasta el Palacio Real. Estuvieron en funcionamiento hasta mediados del siglo XVIII.


En tiempos de los franceses, las tropas invasoras ocuparon el convento, que ya quedó bastante dañado, y requisaron y derribaron muchas de sus dependencias. Desaparecieron en esta época también los Caños del Peral, aunque luego fueron encontrados casi intactos en obras realizadas para modernizar la estación del Metro de Ópera.
La Fuente de los Caños del Peral (denominada también como Lavadero de los caños del Peral) fue una fuente monumental del siglo XVII, situada bajo la plaza de Isabel II.
Recibe su nombre de la existencia de un peral que proporcionaba sombra en 1263 a la fuente. La fuente fue diseñada posteriormente por Juan Bautista de Toledo, primer arquitecto del Monasterio de El Escorial, haciendo que se constituyera por un conjunto de caños distribuidos a lo largo de 34 metros, con un frente de sillares almohadillados de granito y caños monumentalizados mediante veneras de granito. Junto a ella, se encontraba un acueducto denominado de Amaniel que conducía el agua hasta el Palacio Real. Estuvieron en funcionamiento hasta mediados del siglo XVIII.

La Fuente de los Caños del Peral es mencionada en diversos textos literarios de la época, entre ellos la autobiografía del soldado y escritor madrileño Alonso de Contreras conocida con el título de Discurso de mi vida.

Es posible que esta fuente fuese una de las primeras de Madrid, siendo unos baños árabes. Este origen explicaría la existencia de, no sólo unos caños, sino que además hubiera una construcción y unas canalizaciones en torno al conjunto. La fuente segregada de los baños estuvo en funcionamiento durante siglos.

Se encontraba ubicada en las cercanías del Monasterio de la Encarnación, en un terreno empinado y lleno de barrancos. Las empinadas cuestas se dirigían al este del Alcázar.

Durante la edad media la zona fue un barranco creado por el «arroyo del arenal» (en la actualidad calle del mismo nombre). Hasta la llegada de la Corte de Felipe II a Madrid no estuvo muy segura la posición de la fuente, la zona estaba poblada de acuíferos y la documentación hace referencia a la fuente en segundo plano. En la actualidad se conoce la posición exacta por el descubrimiento que se hizo en 2009 de algunos de sus restos, siendo ubicada en la confluencia de la calle de los caños del Peral y la calle del Arenal. En el siglo XV, cuando se formó la plaza, tomó el nombre de la fuente del peral.

En la documentación de este siglo aparece también como de las Hontanillas o Fontanillas. En algunas ocasiones denominada como Fuentes del Arrabal, no cabe posibilidad de saber si se refieren a la misma fuente o a alguna de las existentes en sus alrededores. La fuente constaba de una decena de caños y diversas instalaciones que pueden verse en el plano de Teixeira.

La fuente tenía anexado un lavadero con 57 pilas que empleaba el agua sobrante de los caños. Su uso era arrendado por el Ayuntamiento. En 1663 el ayuntamiento vendió el lavadero, a causa de los conflictos que le suponía su arrendamiento.

Junto al lavadero, a comienzos del siglo XVIII, se levantó la estructura del último corral de comedias de Madrid en el solar adquirido por Francesco Bartoli, capocómico de la compañía italiana de "los Trufaldines"; corral que más tarde se convirtió en el Teatro de los Caños del Peral.

La fuente funcionó hasta mediados del siglo XIX, y quedó enterrada al allanar los terrenos circundantes con el objeto de construir la Plaza de Oriente, el Teatro Real y la misma Plaza de Isabel II. Por una razón desconocida la fuente no se desplazó, ni quedó destruida, sino tan sólo soterrada. A comienzos del siglo XX cuando se construía la red subterránea del metro de Madrid de la línea 2 apareció la fuente enterrada a una cota de ocho metros y se mantuvo intacta. En aquella ocasión se descubrió uno de los pilones, así como una atarjea de ladrillos. Ya a comienzos del siglo XXI y tras la reforma de la Estación de Ópera, terminada en 2011, se ha inaugurado en el interior de la estación un museo arqueológico subterráneo donde se puede ver la fuente.

La Fuente de los Caños del Peral, que abastecía a la población madrileña a través de una distribución realizada por los aguadores, poseía en sus instalaciones adyacentes un lavadero. En 1809, con la creación de la actual plaza de Isabel II, quedó enterrada a diez metros. En 1991 fueron localizados durante las obras de ampliación realizadas por Metro, siendo técnicamente imposible su integración en el andén.

En las obras que se desarrollan desde 2008 para la mejora de la accesibilidad de la estación de Ópera, se ha descubierto en su totalidad la fuente, resaltando su buen estado de conservación.

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