La calle de los Caños del Peral se encuentra entre la plaza de Isabel II y la costanilla de Los Ángeles.
Popularmente la calle fue conocida con el nombre de
Arrastraculos por lo empinada que es.
Tomaba el nombre actual de los dos famosos caños protegido
por un peral que surtían de agua a unos baños públicos que había en esta calle
en tiempos de los árabes. Aunque se cuenta que Alfonso VIII los mandó derribar
porque le desagradaba que sus soldados se bañaran frecuentemente ya que pensaba
que les quitaba fuerzas para las campañas, es más probable que lo hiciera para
aprovechar el agua con destino a la llamada huerta de la Reina, quinta de
recreo que mandó construir para su esposa doña Leonor y que se extendía desde
la calle del Arenal hasta la de las Fuentes, pasando por la actual plaza de Isabel II.
La fuente fue diseñada posteriormente por Juan Bautista de
Toledo, primer arquitecto del Monasterio de El Escorial, haciendo que se
constituyera por un conjunto de caños distribuidos a lo largo de 34 metros, con
un frente de sillares almohadillados de granito y caños monumentalizados
mediante veneras de granito. Junto a ella, se encontraba un acueducto
denominado de Amaniel que conducía el agua hasta el Palacio Real. Estuvieron en
funcionamiento hasta mediados del siglo XVIII.
La Fuente de los Caños del Peral (denominada también como Lavadero
de los caños del Peral) fue una fuente monumental del siglo XVII, situada bajo
la plaza de Isabel II.
Recibe su nombre de la existencia de un peral que
proporcionaba sombra en 1263 a la fuente. La fuente fue diseñada posteriormente
por Juan Bautista de Toledo, primer arquitecto del Monasterio de El Escorial,
haciendo que se constituyera por un conjunto de caños distribuidos a lo largo
de 34 metros, con un frente de sillares almohadillados de granito y caños
monumentalizados mediante veneras de granito. Junto a ella, se encontraba un
acueducto denominado de Amaniel que conducía el agua hasta el Palacio Real.
Estuvieron en funcionamiento hasta mediados del siglo XVIII.
La Fuente de los Caños del Peral es mencionada en diversos
textos literarios de la época, entre ellos la autobiografía del soldado y
escritor madrileño Alonso de Contreras conocida con el título de Discurso de mi vida.
Es posible que esta fuente fuese una de las primeras de Madrid,
siendo unos baños árabes. Este origen explicaría la existencia de, no sólo unos
caños, sino que además hubiera una construcción y unas canalizaciones en torno
al conjunto. La fuente segregada de los baños estuvo en funcionamiento durante
siglos.
Se encontraba ubicada en las cercanías del Monasterio de la
Encarnación, en un terreno empinado y lleno de barrancos. Las empinadas cuestas
se dirigían al este del Alcázar.
Durante la edad media la zona fue un barranco creado por el
«arroyo del arenal» (en la actualidad calle del mismo nombre). Hasta la llegada
de la Corte de Felipe II a Madrid no estuvo muy segura la posición de la
fuente, la zona estaba poblada de acuíferos y la documentación hace referencia
a la fuente en segundo plano. En la actualidad se conoce la posición exacta por
el descubrimiento que se hizo en 2009 de algunos de sus restos, siendo ubicada
en la confluencia de la calle de los caños del Peral y la calle del Arenal. En
el siglo XV, cuando se formó la plaza, tomó el nombre de la fuente del peral.
En la documentación de este siglo aparece también como de
las Hontanillas o Fontanillas. En algunas ocasiones denominada como Fuentes del
Arrabal, no cabe posibilidad de saber si se refieren a la misma fuente o a
alguna de las existentes en sus alrededores. La fuente constaba de una decena
de caños y diversas instalaciones que pueden verse en el plano de Teixeira.
La fuente tenía anexado un lavadero con 57 pilas que
empleaba el agua sobrante de los caños. Su uso era arrendado por el
Ayuntamiento. En 1663 el ayuntamiento vendió el lavadero, a causa de los
conflictos que le suponía su arrendamiento.
Junto al lavadero, a comienzos del siglo XVIII, se levantó
la estructura del último corral de comedias de Madrid en el solar adquirido por
Francesco Bartoli, capocómico de la compañía italiana de "los
Trufaldines"; corral que más tarde se convirtió en el Teatro de los Caños
del Peral.
La fuente funcionó hasta mediados del siglo XIX, y quedó
enterrada al allanar los terrenos circundantes con el objeto de construir la
Plaza de Oriente, el Teatro Real y la misma Plaza de Isabel II. Por una razón
desconocida la fuente no se desplazó, ni quedó destruida, sino tan sólo
soterrada. A comienzos del siglo XX cuando se construía la red subterránea del
metro de Madrid de la línea 2 apareció la fuente enterrada a una cota de ocho
metros y se mantuvo intacta. En aquella ocasión se descubrió uno de los
pilones, así como una atarjea de ladrillos. Ya a comienzos del siglo XXI y tras
la reforma de la Estación de Ópera, terminada en 2011, se ha inaugurado en el
interior de la estación un museo arqueológico subterráneo donde se puede ver la
fuente.
La Fuente de los Caños del Peral, que abastecía a la
población madrileña a través de una distribución realizada por los aguadores,
poseía en sus instalaciones adyacentes un lavadero. En 1809, con la creación de
la actual plaza de Isabel II, quedó enterrada a diez metros. En 1991 fueron
localizados durante las obras de ampliación realizadas por Metro, siendo
técnicamente imposible su integración en el andén.
En las obras que se desarrollan desde 2008 para la mejora de
la accesibilidad de la estación de Ópera, se ha descubierto en su totalidad la
fuente, resaltando su buen estado de conservación.
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