La calle de las Veneras transcurre entre la calle de las Conchas
y la plaza de Santo Domingo.
Aquí estaban las casas de D. Alonso Mariel y Valdivieso y de
su mujer, doña Catalina de Medina, las cuales se veían adornadas con escudillos
de piedra, por lo que las llamaban de las Veneras, nombre que luego quedó a la
calle, que por cierto fue también llamada del Embajador de Francia.
Esquina a la calle de Preciados estaba la llamada de las Parrillas,
por tenerlas en sus escudos. Esa fue la finca que la reina Amalia, tercera mujer
de Fernando VII, dejó al monasterio de El Escorial para que con su venta la dijesen
varias misas cada año.
En el entresuelo de la casa número 4 vivió mucho tiempo, durante sus primeras estancias en Madrid, el gran poeta Rubén Darío.
La venera es la concha de la vieira (Pecten jacobaeus), un
molusco bivalvo de la familia de los pectínidos (Pectinidae). La vieira consta
de dos valvas similares en tamaño, pero una mucho más abultada que la otra. Son
blancas con manchas rojas y tienen catorce surcos en disposición radial.
La vieira es muy común en los mares que bañan Galicia. En la
Edad Media, la ruta jacobea no terminaba en Santiago de Compostela sino que se
prolongaba hasta Muxía y Finisterre. Allí, los peregrinos cogían una venera que
llevaban de vuelta cosida en sus esclavinas como prueba de su peregrinación.
Más tarde se creó un justificante en latín que se otorgaba a los peregrinos que
hubieran recorrido al menos 100 km a pie. Sin embargo, la vieira ya se había
convertido en distintivo del Camino de Santiago.
Actualmente, la venera sigue constituyendo un símbolo del
Camino y un icono identificativo del mismo. Una venera muy esquematizada cuyos
radios simbolizan una estrella o los caminos que conducen a Santiago es
actualmente el logotipo de la ruta.
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