La calle del Codo empieza en la Plaza del Conde de Miranda y
termina en la Plaza de la Villa. Tiene unos 75 metros de larga, es bastante
estrecha siendo un ejemplo típico de las callejuelas que conforman el Madrid de
los Austrias.
En ella se ubica el convento del Corpus Christi, más conocido
por el "Convento de las Carboneras", de religiosas jerónimas
recoletas. Por ello, en algún momento la vía fue conocida como de Nuestra
Señora de la Carbonera. Enfrente, la fachada lateral de un edificio de
viviendas proyectado en 1768 por Pablo Ramírez de Arellano sobre terrenos que
pertenecían al Convento, según consta en la Planimetría de Madrid.
Esta calle termina justo en la Casa y Torre de Los Lujanes (plaza de la Villa), sede
de la Sociedad Económica Matritense.
Cuentan que éste fue uno de los lugares favoritos
del magistral Don Francisco Quevedo y Villegas ya que era su "meadero" particular
antes de llegar a su casa en el Barrio de Letras tras sus animadas veladas
por las calles y tabernas de Madrid. Se dice que todas las noches vaciaba su
depósito en la misma esquina.
Un vecino se levantaba día tras día contemplando la mancha
de humedad dejada por don Francisco en la puerta de su casa. Cansado de las humedades
de Quevedo decidió instalar una cruz en el lugar donde éste siempre se
aliviaba.
Llegada la noche, don Francisco la orinó, sin respeto a la
cruz. A la mañana siguiente el vecino se llevó una gran decepción y decidió
dejar junto a la cruz una nota que decía “no se mea donde hay cruces”.
Cuenta la leyenda que a la noche siguiente Quevedo, tras
ver la nota junto a la cruz e importándole bien poco el dichoso mensaje,
nuevamente se meó. Pero esta vez, el gran Quevedo también le escribió una nota
al pobre vecino respondiéndole “no se ponen cruces donde se mea”.
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