jueves, 29 de enero de 2015

Travesía del Conde

Travesía del Conde

La travesía del Conde se encuentra entre la calle de Segovia y la calle del Conde y salva mediante escalones el desnivel existente entre ambas calles.

El nombre del calle proviene de Juan Vicente de Güemes Pacheco de Padilla y Horcasitas (La Habana , 1740  - Madrid , 1799 ), II conde de Revilla Gigedo , que fue virrey  de Nueva España  del 16 de octubre  de 1789  al 11 de julio  de 1794. El conde tenía su palacio en este lugar y de ahí el nombre de la calle.

Hijo del cántabro Juan Francisco de Güemes, fue sin duda el mejor gobernante que tuvo la Nueva España, ya que no sólo fue honrado prudente y justiciero, como varios de sus antecesores, sino que contó con virtudes que escasamente tuvieron los demás virreyes: fue un gobernante dinámico y trabajador.

Su primera preocupación fue la capital del virreinato, la Ciudad de México, que era una urbe fea, sucia, maloliente, desordenada, insalubre, descuidada e insegura. Comenzó por introducir desagüe y atarjeas, en todas las calles sin que una sola quedara sin drenaje. Luego las empedró a todas por igual e instaló el alumbrado público para iluminarlas de noche, estableció el servicio de limpia y recolección de basura e hizo numerar las casas.

Ordenó el embellecimiento de paseos, plazas, y alamedas, controló el caos vial de la ciudad, introdujo los coches de alquiler y organizó el servicio de policía, tanto el diurno como el que por las noches prestaban los llamados serenos. Su regencia aplicó una política de persecución a los ladrones y asesinos, caracterizándose su gobierno por la mano dura que utilizó contra los criminales.

Después del gobierno del Conde de Revillagigedo la capital novohispana fue llamada la Ciudad de los Palacios. El ejemplo de la Ciudad de México se extendió a las demás ciudades del virreinato. Así, fueron beneficiadas poblaciones como Veracruz , Toluca , Guadalajara , San Blas  y Querétaro .

Para mejorar la comunicación y el tráfico comercial, Güemes ordenó el diseño y la construcción de una amplia red de caminos modernos, destacando el que iba de la ciudad de México al puerto de Veracruz, realizando obras de ingeniería para salvar barrancos y ríos.

Para separar lo que era de la Real Hacienda e incrementar la recaudación de impuestos para beneficio de los novohispanos, ordenó un minucioso estudio de las rentas que producía el virreinato, además se recopilaron y reunieron los papeles de las oficinas públicas que se hallaban dispersos y él ordenó la creación de un sistema de archivo que dio origen a lo que hoy es en México  el Archivo General de la Nación. De utilidad práctica fue el censo de población que permitió conocer el número exacto de habitantes, su raza y su modo de vida.

El conde trabajaba todos los días del año. Aparte de la amenaza de cese fulminante, con su ejemplo, los burócratas agilizaron los trámites, disminuyó la corrupción, los juicios se agilizaron y los contratistas terminaban las construcciones. Estilaba la política de puertas abiertas recibiendo a quien lo deseara.

De él se decía: “Era una maquinaria jamás vista en la lentitud de aquella tradicional administración colonial”.

Sólo tuvo un fracaso. No fue obedecido en su prohibición de celebrar fiestas y celebraciones que daban lugar a excesos, borracheras y blasfemias. No pudo moralizar a los novohispanos, se siguieron celebrando los bailes y convites callejeros.

La cultura mexicana recuerda con benevolencia al segundo Conde de Revillagigedo como el gobernante más capaz que tuvo México  en sus 300 años de administración virreinal, y para muchos el más célebre de la historia mexicana .

En honor a él se han bautizado las Islas Revillagigedo en el Pacífico.

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