Por el año 1658 labraron oratorio propio a espaldas de la cárcel de corte, y así continuaron subordinados a los arzobispos de Toledo hasta el tiempo del cardenal Astorga, quien trajo bula de Benedicto XIII, dada a 29 de enero de 1729, hizo venir de Aragón al padre D. Francisco Ferrer, dióles constituciones y les labró casa e iglesia en el mismo sitio que tenían en la calle de la Concepción Jerónima, con vuelta a esta otra, que por eso se llamó del Salvador, y a la que se llama de la Audiencia, edificio que se acabó en 1735.
Habiendo sido expulsados los jesuitas en 1767, dos años después Carlos III concedió a los padres del Salvador la casa del Noviciado en la calle Ancha (Ahora de San Bernardo), para que se trasladasen a ella, como lo hicieron, tomando posesión el 2 de febrero. Y la residencia que abandonaron sirvió luego para cárcel, como ampliación del inmediato edificio de la plaza de Provincia.
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