La calle de Chinchilla se encuentra entre la Gran Vía y la
calle de la Abada.
El nombre de Chinchilla lo tomaba del alcalde y magistrado
Francisco Chinchilla, que tenía su casa en este lugar y que a pesar de que
prohibió tirar inmundicias en su calle, nadie la hacía caso.
Cierto día vio a unas mujeres pelando unas aves muertas en
su calle y al preguntarlas contestaron que las habían encontrado allí mismo y
que el día anterior, incluso habían hallado una lechuza que les sirvió de
comida. Como el alcalde las arrestó, al día siguiente apareció una lechuza
clavada en la esquina de su casa. Por este motivo, la calle fue conocida por un
tiempo con el nombre de Lechuza y en 1835 se cambió por el de Chinchilla.
El tal Chinchilla era un personaje siniestro y avieso,
perseguidor con saña del valido don Rodrigo Calderón, contribuyendo con sus
aportaciones documentales, amañadas algunas, a que este personaje fuera
degollado en un cadalso instalado en la Plaza Mayor el 21 de octubre de 1621.
Se dice que la expresión popular "le conocen hasta los
perros" se originó por un decreto de Chinchilla ordenando matar a palos o
con morcillas envenenadas a todos los perros vagabundos. Naturalmente, éstos,
al oler su presencia, huían despavoridos.
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