La calle de Jacometrezo empieza en
la plaza del Callao y termina en la plaza de Santo Domingo.
Durante la construcción de
la Gran Vía esta calle se vio acortada desde la red de San Luis. Antes de la
existencia de la Gran Vía ocupaba exactamente el denominado segundo tramo de
ésta, desde la Plaza del Callao hasta la red de San Luis o calle de la Montera.
El nombre se debe al
escultor y lapidario italiano Jacome da Trezzo (que se abrevia como
Jacometrezo), que trabajó para Carlos V y Felipe II.
En el plano de Texeira
aparece con el nombre de Postigo de San Martín por el postigo existente frente
al convento de San Martín. En el plano de Espinosa aparece con el nombre de
Jacome Trenzo en honor al escultor, Jácome Trezzo, autor del altar mayor y del
tabernáculo del Monasterio del Escorial.
Actualmente y tras la
reforma de la Plaza del Callao llevada a cabo por el entonces alcalde de la
ciudad, Alberto Ruiz-Gallardón, que consistió en eliminar el tráfico rodado en
las inmediaciones y dejarla únicamente para los paseantes, dicha calle se ha convertido
en un pequeño intercambiador de transportes, tanto de Metro de Madrid como de
autobuses de la EMT de Madrid
La calle existía en Madrid
en el siglo XVII. En su entrada había una cierta cantidad de tabernas. Una de
las más conocidas era la Taberna del Águila.
En esta calle llegó a
vivir el Conde Salvatierra, el propio Jacome da Trezzo (a la altura de la
actual Casa Matesanz).
La calle poseía numerosas
librerías de viejo, de esta forma Valle Inclán en su obra Luces de Bohemia
describe la librería de Zaratustra.
Figuró la famosa Fonda de
Genieys mencionada por diversos literatos de la época.
En el número 17 de la
calle se encontraba en sus inicios la primera factoría de cervezas de la marca
Mahou.
La pastelería Mallorquina
existía inicialmente en la calle Jacometrezo (número cuatro), muy cercana a la
Red de San Luis. La empresa estaba formada inicialmente por los empresarios
Balaguer, Coll y Ripoll tomaron las riendas del negocio de Garín. Tras la Gran
reforma de la Puerta del Sol la tienda se traslada de Jacometrezo a la esquina
de la Puerta del Sol con la calle Mayor.
Giacomo Nizzola (también
escrito en ocasiones Nizzolo), llamado Jacome da Trezzo, Jacopo da Trezzo y
Jacometrezo (Trezzo sull'Adda, c. 1515 – Madrid, 1589), fue un escultor,
medallista, lapidario y orfebre italiano, formado en Milán y activo en
Bruselas, Londres, Madrid y El Escorial al servicio de Felipe II, tras haber
trabajado para el emperador Carlos V y la reina María I de Inglaterra.
De sus primeros años poco
se sabe. Hacia 1530 su familia se había trasladado a Milán, centro de
producción artesanal de objetos de lujo, y allí debió de tener lugar su
aprendizaje, pudiendo haber entrado en contacto con Leone Leoni. Giorgio
Vasari, en la primera edición de sus Vidas (1550), dándole el nombre de Jacopo
da Trezzo, aludía ya a él junto con otros artistas activos en Milán, donde,
decía, ha hecho obras dignas de alabanza. En la segunda edición (1568), dejando
intacta la noticia anterior, volvía a ocuparse de él en otro lugar, pero
llamándolo ahora «Cosimo da Terzio», quien habría hecho muchas obras de mérito
en gemas y joyas por las que «il gran re Filippo cattolico di Spagna» lo había
llamado a su servicio para honrarlo y premiarlo.
El escritor Paolo Morigia,
en la Nobilità di Milano, obra editada en 1595, dedicó el capítulo IX al
«valeroso et immortale Giacomo Trezzo», a quien atribuía la invención de la
talla del diamante, «cosa nel vero più presto divina che humana», técnica nueva
con la que había tallado las armas del emperador Carlos V. Morigia destacaba
también su habilidad en la talla del cristal y, como Vasari, elogiaba la
exactitud en los retratos de sus medallas, siendo ejemplo de ellos el que
dedicó a Hipólita Gonzaga. Morigia hacía mención también del viaje a
Inglaterra, enviado por el emperador para llevar valiosas joyas a la reina
María con ocasión de su matrimonio con Felipe II, y daba noticia de la mucha
estima en que lo había tenido este, llevándolo con él a Bruselas y luego a
Madrid. Felipe II habría llegado a tener con él gran familiaridad, de tal modo
que no sólo se sirvió de su trabajo sino también de su consejo en la construcción
del Monasterio de El Escorial, «l'ottava meraviglia del Mondo», donde
particularmente se le debía la custodia en cristal de roca, jaspe y otras
piedras preciosas por valor de trescientos mil escudos, labrados por la «divina»
mano del inmortal Trezzo.
De su trabajo como orfebre
y tallador de piedras duras existe documentación que lo relaciona, entre otros,
con Cosimo de Medici, para quien en 1551 había tallado un rico vaso de cristal
y a quien envió desde Madrid en 1572 un anillo con un zafiro grabado con las
armas de su esposa, Eleonora de Toledo, pero ninguno de sus trabajos de joyería
y cristal se ha conservado. En un retrato de María Tudor pintado por Antonio
Moro y conservado en el Museo del Prado pueden apreciarse algunas de aquellas
joyas que el milanés llevó a Inglaterra por encargo del emperador, entre ellas
el Diamante grande que Felipe heredó de su madre engastado en nueva montura de oro
hecha por el propio Trezzo. Mejor conocidas son algunas de sus medallas para
Ferrante Gonzaga, gobernador de Milán, María de Inglaterra o Felipe II, así
como la que dedicó a Juan de Herrera. Alguna de estas medallas se conserva en
el Museo Lázaro Galdiano.
En Madrid realizó el
templete que cobija la estatua de Juana de Austria, obra de Pompeo Leoni, en el
Monasterio de las Descalzas Reales. Pero es su participación en los trabajos de
la Basílica de El Escorial, a los que dedicó siete años, la que le dará mayor
fama. El 3 de enero de 1579 Jacome Trezzo, Pompeo Leoni y Juan Bautista Comane
contrataron la ejecución del retablo mayor, con la custodia y los grupos
funerarios del presbiterio de la basílica, según trazas dadas por Juan de
Herrera, comprometiéndose a realizar los trabajos en un plazo de cuatro años.
Leoni se encargó de la obra de bronce, en tanto Comane debía ocuparse del
trabajo en mármol y Trezzo del tabernáculo y su custodia, pero fallecido Comane
en 1582 acabó siendo Trezzo el encargado de toda la obra en piedra, mármol y
jaspe del retablo y de los sepulcros. Para la ejecución del tabernáculo,
concluido en 1587, hubo de hacer frente con éxito a problemas de
aprovisionamiento de materiales y a dificultades técnicas, derivadas de la
dureza de los materiales empleados, inventando nuevos instrumentos y procedimientos
para el tallado del jaspe.
Murió el 23 de septiembre
de 1589 en Madrid, ciudad en la que residía, en una construcción situada en el
solar delimitado por las actuales calles de la Salud, Tres Cruces y Gran Vía,
en el que hoy se levanta la Casa Matesanz. Era un edificio en el que se ubicaban
tanto su vivienda como su taller y además se trataba de una de las poquísimas
obras de Juan de Herrera en la capital, hoy lamentablemente desaparecida por
completo. La calle que pasaba frente a la casa fue bautizada en su honor
(aunque hoy en día la calle de Jacometrezo solo llega hasta la plaza del Callao
originalmente se extendía hasta la red de San Luis). En su testamento, firmado
«Jacomo de nizoli da trezo», declarándose escultor de su majestad, tuvo un
recuerdo para su villa natal, en la que su familia tenía capilla, dejando
algunos bienes para que en ella se hiciesen obras pías y sufragios en su
nombre.
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