La calle de Muñoz Torrero se encuentra entre la calle de Valverde y la calle del Barco.
Esta calle se abrió en 1864 en el solar del convento de San
Basilio y está dedicada al sacerdote y político Diego Muñoz Torrero (1761-1829)
que fue diputado en las Cortes de Cádiz se le considera el principal artífice
del fin de la Inquisición española y uno de los máximos defensores de la
libertad de expresión escrita.
Perseguido por Fernando VII por haber firmado la
Constitución de 1812, murió en Portugal en 1829 a consecuencia de los malos
tratos sufridos en las prisiones donde fue recluido.
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Dice Pedro de Répide de esta calle:
MUÑOZ TORRERO: De la calle de Valverde a la del Barco, b. de Muñoz Torrero, d. del Centro, p. de San Martín.
Esta calle, que tiene la particularidad de carecer de tránsito rodado, fue abierta en 1864, al construir la Sociedad La Peninsular un grupo de casas sobre el solar del antiguo convento de los Basilios.
D. Diego Muñoz Torrero nació el año 1761 en Cabeza del Buey, y murió en 1829 en la torre de San Julián de la Barra, en Lisboa. Fue canónigo, catedrático y rector de la Universidad de Salamanca. Fue su voz una de las más elocuentes de las Cortes de Cádiz, donde abogó por la libertad de imprenta y clamó contra la Inquisición. Perseguido por la Restauración fernandina, hubo de ser propuesto en 1820 para el obispado de Guadix por los constitucionales triunfantes; pero no obtuvo el asentamiento de
Roma. Al vencer de nuevo los absolutistas, vióse precisado a huir de España, y refugiado en Portugal no halló el seguro asilo que buscaba, pues fue víctima de la identidad de circunstancias históricas en que se encontraban ambos países, y sufrió de los miguelistas la prisión y el martirio.
Sus restos fueron trasladados en 1864 a Madrid, recibiendo sepultura en el panteón de la Libertad, así llamado con más exactitud de la que parece, y que desde su emplazamiento en el cementerio de San Nicolás, ha pasado a un ángulo del patio de Atocha.
Trayectoria académica
Era hijo de Diego Antonio Muñoz-Torrero, boticario y maestro
de latín, con quién estudió hasta su ingreso en la Universidad de Salamanca, a
los 11 años, para estudiar allí Teología y Filosofía. Se ordenó sacerdote y fue
nombrado en 1784 catedrático de Filosofía en la Universidad de Salamanca,
formando parte desde entonces de un grupo de profesores y alumnos que emprendió
una importante renovación de la enseñanza. En 1787 fue nombrado por unanimidad
rector de la Universidad de Salamanca.
Durante su ejercicio como rector, llevó a cabo varias
medidas: la conservación de la colección de Yerbas existente en la Universidad;
incrementó los fondos existentes en la Biblioteca Universitaria, solventó los
conflictos existentes entre las Facultades de Medicina y Artes por un lado y
las de Teología y Jurisprudencia por otro, así como la creación del Colegio de
Filosofía. También se preocupó por la reforma de los métodos de enseñanza y por
el cambio de planes de estudio, prácticas académicas y libros de textos.
Trayectoria política
Trasladado a Madrid para opositar a una capellanía, José
Álvarez de Toledo, XI marqués de Villafranca del Bierzo, se fijó en él para
concederle una canonjía, como patrono que era de la colegiata de Santa María de
Villafranca del Bierzo. A partir de este momento las noticias sobre la vida de
Muñoz-Torrero son mayores. Permaneció como canónigo en Villafranca del Bierzo
hasta su traslado a la Isla de León a finales del verano de 1810, como diputado
ya por la provincia de Extremadura.
Diputado a Cortes
Tras el alzamiento nacional contra José Bonaparte en 1808 es
nombrado miembro de la Junta Suprema de Extremadura y enviado posteriormente a
Cádiz como diputado a las Cortes Generales por su región, en la legislatura
1810-1813.
Su elección, el 23 de julio de 1810, se realizó en una
sesión en la que hubo diversas irregularidades. Fue puesta en tela de juicio y
recurrida ante la junta electoral por varios personajes.
El 24 de septiembre de 1810, en la jornada inaugural de las
Cortes, es el primer diputado en intervenir haciendo varias proposiciones
revolucionarias de tipo liberal:
La soberanía de la nación reside
en el pueblo,
Separación de poderes,
Abolición de la Inquisición en
España,
Libertad de prensa,
Inviolabilidad de los diputados.
Y consiguiendo la aprobación de dos decretos fundamentales:
Sobre la libertad de imprenta, en
contra de la postura del inquisidor Riesco, con opiniones tales como que la
censura previa es el último asidero de la tiranía.
Sobre la soberanía nacional: junto
con Manuel Luján, también diputado por Extremadura, Muñoz Torrero presentó un
texto de once puntos que recogía detenidamente la iniciativa: la legitimidad de
los diputados como representantes de la nación, de sus Cortes, el reconocimiento
de Fernando VII como rey, la nulidad de la cesión de la corona en favor de
Napoleón, la división de poderes, la inviolabilidad de los diputados y el
juramento de la regencia de todas estas declaraciones.
El 2 de marzo de 1811, por 78 votos, fue nombrado presidente
de la comisión redactora de la Constitución, junto con Agustín Argüelles y
Evaristo Pérez de Castro, y fue una de las figuras más destacadas en la
redacción de esta primera Constitución liberal que tuvo España, aprobada el 19
de marzo de 1812 y llamada por ello "La Pepa".
Como anécdota, la bandera de las Cortes, de tafetán con dos
fajas rojas y una amarilla intermedia, todas de igual anchura, fue regalo de
Muñoz-Torrero, bandera que más tarde fue utilizada por la Milicia Nacional a partir
de 1820.
Restauración
absolutista
A principios de 1814, tras la batalla de Arapiles y el
abandono de José I, Fernando VII firma con Napoleón el tratado de Valençay el
11 de noviembre de 1813, consiguiendo la corona a la que había renunciado en
Bayona a cambio de la neutralidad española en las guerras de Francia.
A su regreso, en marzo de 1814, y pese a que en el tratado
se comprometía al perdón de los afrancesados, en lugar de prestar juramento a
la Constitución, Fernando da un golpe de estado con ayuda del General Elío,
disuelve las Cortes el 10 de mayo y declara nulas todas las disposiciones
tomadas por ellas, persiguiendo y encarcelando a los que participaron en ellas.
Por liberal, Muñoz-Torrero fue detenido, y por su condición de sacerdote fue
encerrado en el monasterio de San Francisco en Padrón (La Coruña), donde
permaneció seis años.
Trienio Liberal
En 1820, el general Riego encabeza una sublevación de las
tropas reclutadas para ir a América, que, aunque inicialmente fracasa, obliga
al rey a jurar la Constitución, dando comienzo al trienio liberal.
Muñoz-Torrero es elegido de nuevo diputado por Extremadura,
y las Cortes le nombran Presidente de su Diputación permanente, puesto desde el
que consigue suprimir la Inquisición de forma definitiva. El Gobierno le nombra
obispo de Guadix (pues seguía vigente el derecho de presentación de obispos),
pero el Papa no refrenda dicho nombramiento, aparentemente por los informes del
ex-inquisidor granadino Verdejo, que era canónigo de Guadix y absolutista
acérrimo.
Persecución y muerte
En 1823, los Cien Mil Hijos de San Luis enviados por la
Santa Alianza devuelven a Fernando VII sus prerrogativas absolutistas el 1 de
octubre, dando comienzo a la Década Ominosa. Muñoz-Torrero huye a Portugal,
donde también es perseguido por sus ideas liberales. Hecho prisionero, es
encerrado en la Torre de San Julián de la Barra y torturado, permaneciendo
hasta su muerte, ocurrida el 16 de marzo de 1829.
Su cuerpo fue trasladado a Madrid, al Panteón de Hombres
Ilustres y colocado en el mausoleo conjunto, una cripta construida en 1857 bajo
una estatua que representa la Libertad, y donde se encuentran los cuerpos de
Agustín de Argüelles, José María Calatrava, Juan Álvarez Mendizábal, Diego
Muñoz-Torrero, Francisco Martínez de la Rosa y Salustiano Olózaga.
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