La calle del Doctor Drumen se encuentra situada entre la
calle de Atocha y la calle de Santa Isabel.
Las calles de los alrededores del Colegio de San Carlos (hoy
Colegio de Médicos) y del antiguo Hospital General (hoy Museo Nacional Centro
de Arte Reina Sofía) han sido dedicadas a médicos, como esta que recuerda al
doctor Juan Drument Millet, decano de la Universidad Central de Madrid.
Siguiendo la costumbre muy arraigada en aquella época y aun
en otras posteriores, cursó primero sus estudios en el Seminario Conciliar de
la Ciudad Condal y alcanzó el grado de Bachiller en Filosofía el año 1814.
Seguidamente se orientó por otros muy diferentes derroteros,
emprendiendo la carrera de Cirugía que culminó en 1818, con Medalla de Oro,
obteniendo el título de Bachiller y el de Licenciado y Doctor tres años después
(1821).
Cursó, a continuación, los estudios de Medicina con el
título de Licenciado en 1822.
Ya en 1821 se distinguió notoriamente en la asistencia de
las epidemias de cólera y de fiebre amarilla que se extendieron rápidamente en
Galicia y Cataluña, actuando como Medico en el Lazareto y Hospital del Convento
de San Jerónimo.
Años después y en reconocimiento a esa labor sanitaria, fue
designado Vocal y seguidamente Secretario de la Junta Suprema de Sanidad, y más
tarde, Oficial del Ministerio de la Gobernación, en cuyos puestos adquirió buen
crédito y prestigio profesional.
Medico de Cámara de S. M. la Reina, a la que asistió, con
Solís (de gran predicamento en la Corte y en la ciudad) en el parto de la
Infanta, acto en el que, a pesar de presentarse con absoluta normalidad,
actuaron también, como consultores, los entonces Catedráticos de Ginecología de
San Carlos, Dres. Corral y Saura.
Este hecho fue muy censurado por la prensa y diversos
sectores de opinión, considerándolo como desmedido e inoportuno.
Se distinguió después y sobre todo, el Dr. Drumen, por el
desempeño ejemplar de su Cátedra de Patología Medica o Medicina Interna, para
la que fue designado, según era habitual entonces, por Disposición Real.
Constan testimonios escritos de su excelente calidad
docente, adquiriendo pronto un gran prestigio entre sus compañeros y alumnos.
Así, por ejemplo, el que después fue también prestigioso profesional, el Dr.
Cortejarena (que le conoció muy de cerca porque fue primero discípulo y después
Ayudante profesor y particular, así como gran amigo) dejo escrito en un sentido
articulo necrológico en el núm. 475 de "EI Siglo Medico" de 8 de
febrero de 1863:
"Considerémosle
ya como Catedrático y volveremos a observar su celo por la enseñanza; su deseo
de instruir a los alumnos en la Clínica y Patología Médica y el estudio
constante a que le obligaban los no interrumpidos progresos de la ciencia,
cuyos descubrimientos era uno de los primeros a aprovechar".
Y más adelante, añade: "Yo he reconocido su certeza en el diagnóstico y pronóstico, y he
admirado su habilidad en la terapéutica; así es que no vacilo en asegurar que
he conocido pocos tan valientes y oportunos". "Era, en una palabra,
un buen Catedrático".
También abundan en este mismo juicio, las propias
publicaciones de carácter docente que más adelante glosaremos adecuadamente.
AI decir del propio Cortejarena y otros amigos y compañeros,
parece que era hombre que se distinguía par "su carácter simpático y agradable, su fino trato, su cara risueña para
todos, su sencillez tan apartada del fausto y del orgullo, no obstante la
elevada posición que había alcanzado, que le hacían digno del aprecio de todas
las clases sociales. ¡Bien lo acredita el crecido número de amigos que en todas
partes tenia!"
Por su reconocido valor y prestigio en el Claustro, fue
también nombrado Director especial de las Clínicas de la Facultad de Ciencias
Médicas de Madrid, delicado cometido que parece desempeño con el aplauso
unánime de sus compañeros de profesorado.
De su paso por la Academia, sabemos que alcanzó justamente
el sillón académico como consecuencia de su promoción a la Cátedra según la
costumbre al uso en aquellos tiempos y en la Corporación académica desarrollo
una labor digna del mayor encomio, asistiendo con asiduidad a sus reuniones y
contribuyendo con su actividad y experiencia a las tareas científicas
encomendadas a la Academia.
Fue también elegido, años después, Miembro numerario de la
Academia de Ciencias Naturales, un detalle más que dice bastante en pro del
alto prestigio científico alcanzado por nuestro personaje.
Próximo al fin de su vida y enfermo ya, desde hacía varios
meses, fue elegido Presidente de la Academia, en la sesión celebrada por el
Pleno (que fue presidido por Castelló) el día 29 de diciembre de 1862, y
Vicepresidente, el Dr. Francisco Méndez Álvaro.
Seguramente motivado por razones de su salud precaria, el
Dr. Drumen no asistió a la sesión, obteniendo, sin embargo, 18 votos, frente a
6 que se adjudicaron al Dr. Castelló y 1 al Dr. Méndez Álvaro. En este mismo
acto se renovó la totalidad de la Directiva.
Como dato curioso que pone de manifiesto las precarias
condiciones económicas en que se desenvolvía por aquel entonces la Academia,
copiamos a la letra el siguiente acuerdo:
"La Junta de
Gobierno en vista del estado de fondos y que después de satisfechas todas las
cuentas pendientes, deberá quedar un sobrante de diez u once mil reales, ha
acordado proponer a la Academia que se destinen mil reales a la compra de
libros y que el resto se invierta, según tiene acordado la Corporación, en
comprar medallas para los Sres. Académicos",
A continuación se procedió a realizar el sorteo para
designar a los afortunados que habían de recibir la medalla, correspondiendo a
ocho de entre ellos, que se enumeran a continuación en el acta. De ello, se
puede colegir que la medalla académica alcanzaba un coste rayano en los mil
reales.
Según se deduce del análisis minucioso de las actas que dan
testimonio de las sesiones celebradas en los meses siguientes a la fecha de su
nombramiento, el Dr. Drumen no pasó de ser Presidente electo. En efecto, en el
acta correspondiente al día 12 de febrero de 1863, el Dr. Méndez Álvaro,
Vicepresidente, que presidía, manifestó "el más profundo sentimiento que
la Academia había sufrido ante la pérdida de su socia de número y Presidente
electo D. Juan Drumen, a cuyo cadáver había acompañado hasta el cementerio una
Comisión de este Cuerpo científico". Había fallecido el viernes, 6 de
febrero del señalado año 1863 a distancia de poco más de un mes de su elección
para regir la Corporación, a los 65 años de edad, víctima "de una
insidiosa y traidora enfermedad" durante la cual, según consta en alguna
crónica periodística de la época, fue atendido solícitamente por sus numerosos
compañeros y amigos.
Su cadáver recibió cristiana sepultura en la tarde del día
siguiente, en la Sacramental de San Isidro de la capital.
Del recuerdo que dejó entre sus colegas de la Academia, dan
buena prueba las sentidas manifestaciones expresadas por el Secretario de la
misma, Dr. Nieto Serrano, en el Discurso pronunciado en el acto de la
inauguración de las sesiones en el año 1864 y del que copiamos algunas de
ellas.
"El Excmo. Sr. D.
Juan Drumen, Catedrático de Clínica interna de la Facultad de Medicina de
Madrid, Medico de la Real Cámara y práctico distinguido, ha dejado en la
Corporación un hueco muy lamentable y difícil de llenar. Reunía este profesor
las dotes mas excelentes para el ejercicio de la Medicina. Amante de la
tradición, sin renunciar al progreso y ávido de las mejoras, como de conservar
los tesoros que nos legara la antigüedad, atendía sobre todo al fin práctico y
contaba con esa aptitud artística tan poco común y tan necesaria en el
ejercicio de la profesión".
Y, más adelante: "El
Dr. Drumen ha sido más artista que escritor; nos ha dejado pocas obras y, sin
embargo, algunas ha escrito, principalmente memorias "Sobre el cólera
morbo", "Sobre las doctrinas hipocráticas" y un "Tratado
elemental de patología interna".
Seguidamente, añade: "Era uno de los miembros más celosos de la Corporación y se prestaba de
muy buen grado a ilustrarla con sus trabajos".
"Obtuvo honores y
posiciones ventajosas. Fue Secretario de la Junta Suprema de Sanidad del Reino,
Oficial del Ministerio de la Gobernación (en cierto modo equivalente al actual
cargo de Director General de Sanidad), Catedrático de la primera Escuela de la
Península, Medico de Cámara de S.M. y, entre otras distinciones, mereció ser
nombrado Caballero Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica", De
esa manera tan expresiva y laudatoria se expresaba en aquella oportunidad,
oficialmente, el Secretario Perpetuo de la Academia.
Por otra parte, aunque parco en publicaciones, sin embargo,
el Dr. Drumen dejó algunas que con su calidad y significación constituyen buena
prueba de su talla científica y de su cultura nada común, incluso fuera del
marco estricto de la Medicina.
Brevemente y para no hacer demasiado extenso este modesto
ensayo biográfico, citaremos, en primer lugar, su libro de Patología Médica,
publicado en 1850 y editado en Madrid par C. Monier, Librero de Cámara de
SS.MM. y del Ministerio de Instrucción Pública.
Por el mero análisis del índice, se puede formar idea de la
originalidad y valor de la obra. Por supuesto, que su contenido valorado a
tenor de nuestros conceptos actuales en la materia, resulta, lógicamente, harto
anacrónico y extraño, pero también fácilmente se comprende que para aquella época,
la doctrina expuesta por Drumen resultaba muy interesante e instructiva.
En sendos capítulos o apartados, trata, en primer lugar, de
las Fiebres, ...distinguiéndolas por géneros: en el primero, trata de la
"fiebre efímera'; "un movimiento febril más o menos intenso que
comúnmente se termina después de veinticuatro horas de duración, por medio de
alguna evacuación crítica".
En el mismo género, incluye y trata extensamente de la
fiebre inflamatoria, que Franc definía como "un estado flogístico de la túnica
interna de los grandes vasos arteriales", de la tifoidea, del tifus,
fiebre amarilla y de la peste; de algunas de estas enfermedades tenía una gran
experiencia personal, por haber asistido algunas graves epidemias.
En el segundo genero de fiebres, describe la viruela,
vacuna, varioloide, sarampión y escarlatina, sorprendiendo la exactitud y
detalle conque describe las lesiones típicas de estas diversas eruptivas y el
cuadro clínico correcto para llegar a un diagnostico comparativo y exacto.
Ocupan el tercer género, las fiebres intermitentes, que
diferencia en intermitentes simples, las intermitentes perniciosas y las de
tipo o carácter remitente.
El estudio que en este mismo capítulo hace del acceso
palúdico y del juicio clínico de la malaria, puede considerarse como perfecto y
actual.
En una Segunda Clase de enfermedades hace referencia a los
diversos procesos congestivos e inflamatorios que afectan a todo género de
sistemas y órganos, hasta terminar tratando extensamente de las que denomina
flegmasías cutáneas, Un verdadero capitulo de Dermatología.
En definitiva, podemos concluir diciendo que se trata de un
buen tratado de Patología interna (como le gustaba calificarlo) muy a propósito
para la formación de los alumnos y médicos jóvenes, por lo que no extrañara que
adquiera elevado predicamento en su época, contribuyendo a cimentar el renombre
de que gozaba su autor como maestro y clínico.
Como clínico consumado se manifiesta así mismo, el que
denomina "Año Clínico", precioso tomito, muy cuidado y ricamente
encuadernado, en el que se recogen algunas observaciones y casos vistos en su
Clínica universitaria, en los Cursos de 1852 a 1857.
En una sabrosa Introducción, da reglas fundamentales a
observar para el estudio de los enfermos y entre otras, recalca "la
importancia de la observación rigurosa y exacta, piedra angular de nuestra
Ciencia y en la que descansa aquel gran axioma de Baglivio: Ars medica est tota
in observationibus",
A lo largo de sus páginas se estudian, día a día, una serie
de enfermos muy variados (tifoidea, flegmasías, neumonías, enfisema pulmonar,
tisis, fiebres intermitentes, etc.).
En los que sucumbieron fue 'practicada la autopsia, con
descripción detallada de las lesiones encontradas, cuyo significado se hace en
todo caso con toda justeza.
AI final del libro se formulan sabios consejos a los
alumnos: "Apoyados en la conciencia y probidad medicas, recomendamos a los
discípulos que jamás se envanezcan con los resultados favorables obtenidos, mientras
que por otra parte tampoco dejen de manifestar francamente, los casos en que la
Ciencia se halla todavía impotente para llenar el objeto a que está
destinada".
Podríamos comentar y glosar en el mismo tono de alabanza
otros trabajos de nuestro personaje, como los discursos pronunciados en
sesiones de apertura de Curso, tal como el magnífico que leyó en la del año
1860. En el trato con notoria originalidad del genio de la medicina,
enjuiciando las doctrinas emitidas al respecto por el insigne Federico Berard,
de la famosa escuela de Montpelier.
Es indudable, para terminar, que en todas sus obras y
actuación se puso de manifiesto y queda bien patente la altura que alcanzo
nuestro biografiado en los saberes médicos, lo que le dio sólido prestigio
científico y también notoria popularidad, como lo demuestra el que el
Ayuntamiento madrileño le dedicara poco después de su muerte una calle que
tanto frecuentaron estudiantes y médicos jóvenes, dada su proximidad al
glorioso Hospital de San Carlos, donde Drumen impartió sus enseñanzas y presto
solícita atención a tantos enfermos.
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