viernes, 27 de enero de 2023

Plaza de Santa Ana

Plaza de Santa Ana

La plaza de Santa Ana es el punto de confluencia de las calles Príncipe, del Prado, Núñez de Arce y la plaza del Ángel.


La Plaza se llamó Plaza del Príncipe Alfonso en época de Isabel II y en honor de su hijo, el futuro Alfonso XII. Tras el exilio de la reina pasó a llamarse Plaza de Topete, militar y político español que participó en la revolución de 1868. Tras la restauración se volvió a llamar de Alfonso.

Hay en ella gran número de restaurantes, cafeterías y bares de tapas, que cubren con sus terrazas la mayor parte de su superficie. La Cervecería Alemana, establecimiento de 1904, frecuentada por funcionarios de la embajada americana, por toreros como Dominguín, escritores como Ernest Hemingway y por los primeros hippies que tuvo Madrid, allá por los años 1970, es uno de sus establecimientos más señeros.




Tiene estatuas dedicadas al dramaturgo del Siglo de Oro Calderón de la Barca y al poeta granadino Federico García Lorca.

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Dice Pedro de Répide acerca de la Plaza del Príncipe Alfonso, actual de Santa Ana:

Entre las calles del Príncipe, Prado, Núñez de Arce y plaza del Ángel, bs. del Príncipe y de Cañizares, d. del Congreso, p. de San Sebastián. 

Es comúnmente conocida por el nombre de Santa Ana, nombre que se la dio por haberse formado al quedar derribado el convento de monjas de ese nombre. Por la parte de la calle de Núñez de Arce, antes de la Gorguera, tenía la entrada al palco regio el teatro de la Cruz, y el trozo comprendido entre esa calle y la del Príncipe, acera famosa por las tiendas dedicadas a la venta de pájaros, se llamaba calle de la Lechuga, y recibió también el nombre de travesía del Príncipe. 

El monasterio real de Santa Ana, de monjas carmelitas descalzas, fue fundado por San Juan de la Cruz, y la venerable madre Ana de Jesús, según proyecto de Santa Teresa, el año 1586. Dijo la primera misa y colocó el Santísimo el vicario de Madrid, habiendo venido las primeras religiosas del convento de Ocaña. 

El templo quedó terminado en 1611, con diez mil ducados que dio la reina. Al ser derribado el convento en tiempo de José Bonaparte, las monjas se refugiaron en la casa número 26 de la calle del Prado, y en 1837 pasaron a reunirse con la comunidad del Monasterio de Santa Teresa. 

En el centro de la plaza resultante fue colocada la estatua de Carlos V, con el furor bélico encadenado a sus pies, obra de León Leoni, que tiene la particularidad de que la figura del emperador puede ser despojada de su armadura y quedar mostrando su desnudo. Estuvo primeramente en el jardín de San Pablo, del Real Sitio del Buen Retiro, y en la plaza de Santa Ana permaneció hasta 1825. 

En el mismo sitio que ocupaba esa escultura elévase la que representa a Calderón de la Barca. Está labrada en mármol blanco, y es obra del escultor D. Juan Figueras y Vila, pensionado en Roma, donde hubo de ejecutarla. Fue cedida por el Estado a la villa de Madrid en 1877, y de ello trata una carta que entonces dirigió el ministro de Ultramar D. Adelardo López de Ayala, al alcalde, conde de Heredia Spínola. El monumento tiene un pedestal en cuya parte más elevada hay una alegoría de la Fama, y en la parte inferior cuatro bajorrelieves referentes a los dramas «La vida es sueño», «El alcalde de Zalamea», «El escondido y la tapada», y el auto sacramental «La danza de la muerte». El día 2 de enero de 1880 inaugurábase la estatua, a la misma hora en que el entierro de Ayala se detenía delante del teatro Español. 

Cerca de la verja que da a la calle del Príncipe hay un pequeño estanque, en cuyo centro se halla el cisne de plomo que estuvo en el claustro de San Felipe el Real y luego en la Castellana, dando nombre al paseo que desde Chamberí bajaba hasta donde estaba esa fuente. 

Variado el nombre de plaza de Santa Ana por el de Príncipe Alfonso, en honor al hijo de doña Isabel II, cambióse esta denominación durante el período revolucionario por el de Topete, y volvió cuando la Restauración a ostentar el del que ya había pasado de heredero a poseedor de la corona. Sin embargo, la costumbre hace que esta plaza, a la que Mariano de Cavia llamaba de la Cerveza, por la profusión que hay en ella de establecimientos donde se expende esa bebida, continúa siendo conocida por su primitiva rotulación. 

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