La calle del Bonetillo está entre la calle de la Escalinata
y la costanilla de Santiago.
El origen de su nombre parece encontrarse ligado a
la primera fábrica de sombreros que había en Madrid y que allí se
estableció. Pero, lo cierto es que
existe una leyenda que se remonta a la época de Felipe II y que nos la
cuenta muy bien Pedro de Répide, cronista de la villa, en su libro ‘Las Calles
de Madrid’.
El Cardenal Espinosa le prohibió que visitase más al
príncipe, pero el clérigo hizo caso omiso a las recomendaciones de su superior
y continúo viendo al príncipe y cambiando los rezos por el juego y las
tabernas. Para darle una lección el
Cardenal Espinosa decidió darle un susto haciéndole ver su propio entierro en
vida.
Cuando una noche a altas y turbulentas horas el clérigo
volvía a su casa, divisó por la calle de los Tintes unas antorchas, oyó unos
cánticos lúgubres y distinguió un cortejo fúnebre que se dirigía hacia la
Iglesia de Santa Cruz. Preguntó a la
comitiva por la identidad del fallecido y todos contestaron que era el clérigo
don Juan Henríquez. Lleno de terror, se dirigió hacia su casa y se la encontró
abierta, sin su criado y en uno de los aposentos cuatro blandones y una mesa
con paño negro encima. Preguntó a los vecinos y todos afirmaron conocerle, pero
también afirmaban haber visto cómo el entierro había salido de su casa.
Por la mañana se dirigió hacia la Iglesia de Santa Cruz para
corroborar los hechos, y una vez allí, le enseñaron su partida defunción. Al
verla, el clérigo organizó una gran bronca tan grande que tuvieron que venir
los alguaciles y el clérigo golfillo acabó cuatro años en la cárcel de la Inquisición en Toledo.
Transcurrido este periodo, regresó a la corte bien corregido, tuvo que hacer
ejercicios espirituales con los jesuitas hasta que fue repuesto en su
beneficio.
Un día pasó por la que era su antigua casa y la encontró
cerrada, con la puerta sellada y clavado en un palo sobre el tejado su bonete,
teñido de rojo. Desde entonces los vecinos comenzaron a llamar a esta calle,
calle del Bonetillo, nombre con la que la conocemos en la actualidad.
Historia o no, el nombre de la calle está ligada al gorro
usado por los eclesiásticos y seminaristas, y antiguamente por los colegiales y
graduados.
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