La calle de la Cabeza está entre la calle de Jesús y María y la calle del Ave María.
Ya aparece con este nombre en el plano de
Texeira. Está relacionada con una de las leyendas más célebres de nuestra
villa.
Se cuenta que en ella vivía un sacerdote que debía poseer
una no menguada hacienda. Un criado suyo, decidido hacerse con ella para lo que
mató al cura cruelmente, decapitándolo. Robó los dineros del clérigo y huyó a
Portugal.
No se supo sino tiempo después que el asesinato se había
cometido, ya que fueron a buscar al sacerdote para que asistiera a un entierro
que iba a celebrarse en la cercana iglesia de San Sebastián, donde el cura
tenía unas capellanías. Entonces fue cuando se descubrió el horrible crimen.
Felipe III, que reinaba cuando se produjeron estos hechos,
quiso recordarlos e hizo colocar una cabeza de piedra en la casa donde
sucedieron; fue al poco retirada, pues daba miedo a los vecinos, que a cambio
levantaron una capillita en honor de la Virgen del Carmen con un cuadro que
representaba el milagro.
Los carniceros del Rastro tuvieron que pedir el
traslado de sus tiendas, pues la gente ya no quería comprar en ellas, y se
establecieron en la nueva calle que por eso se llamó del calle del Carnero.
En el número 16 de la calle, haciendo esquina con la de Lavapiés, se halla un viejo edificio del siglo XVIII que fue cárcel
eclesiástica o de la Corona, es decir, de la Inquisición, donde se cometieron
todo tipo de desmanes en el tenebroso reinado de Fernando VII. Allí fueron
encerrados y torturados los liberales a la vuelta de Fernando tras la guerra de
la Independencia, y allí fue asesinado el 4 de mayo de 1821 el cura de Tamajón
Matías Vinuesa, en un acto de excesiva
exaltación liberal ya que las masas descontroladas creían que era un peligroso
agitador anticonstitucional. Cuando desapareció la Inquisición dejó de
utilizarse como cárcel y se empleó como cochera y cuadra.
En los años setenta del siglo XX fue usado para rodar
algunas escenas de la serie de televisión Fortunata y Jacinta, según la novela
de Benito Pérez Galdós.
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