La calle de Beatriz Galindo está entre las calles de Segovia y de San Buenaventura. En su transcurrir atraviesa la Cuesta de los Ciegos.
Es ésta una calle bastante sinuosa y empinada, que bordea la
colina de las Vistillas y conduce hasta su cumbre.
Mucho tardó el Ayuntamiento en dedicar una calle a Beatriz
Galindo "La Latina", que aunque no fue hija de la villa, sí que dejó en ella una estela muy
importante y perdurable.
Beatriz Galindo pertenecía a una familia de hidalgos de
origen zamorano, anteriormente acaudalada, venida a menos. De entre sus
hermanas, fue elegida para ser monja, para lo que sus padres decidieron que
tomase clases de Gramática en una de las instituciones dependientes de la
Universidad de Salamanca. Mostró grandes dotes para el latín, no sólo en la
traducción y lectura de los textos clásicos latinos, sino que también era
capaz, a los quince años, de hablar con gran corrección en latín. Su fama se
extendió primero por Salamanca y después por todo el reino y empezó a ser
conocida como «La Latina». Le atraía especialmente Aristóteles. En 1486, cuando
se estaba preparando para ingresar en el convento como monja, fue llamada por
la reina Isabel la Católica a la Corte.
En nuestra villa fue donde centraron Beatriz y Francisco su
piadosa actividad fundadora de conventos y hospitales. En 1504 fue el convento
de la Concepción Francisca, y junto a él el famoso Hospital de la Latina, en
1507. Y el convento de la Concepción Jerónima, en la calle del mismo nombre, en
1506. Beatriz murió en Salamanca en 1534 y fue enterrada en el último convento
mencionado junto a su marido.
Se creyó que sus sepulcros se habían perdido cuando el
convento se derribó en 1890, pero afortunadamente se recuperaron y primero se
colocaron en la casa de Cisneros y después en su actual emplazamiento, en el
Museo Municipal, concretamente en la antigua capilla del Hospicio.
El cuerpo incorrupto de la Latina fue llevado al nuevo
convento de la Concepción Jerónima, a la calle de Velázquez, y cuando en 1965
este edificio también desapareció, fue llevado a su -por ahora- definitiva
morada y tercer emplazamiento del convento, en El Goloso.
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