La calle de Calatrava se encuentra entre la calle de Toledo y la plaza de San Francisco.
En origen, el tramo de la actual calle de Calatrava
comprendido entre la Carrera de San Francisco y la calle del Ángel se denominó
calle de San Francisco hasta que en 1835 recibió el nombre de los Santos por un
cuadro dedicado a San Francisco y Santo Domingo que había en una casa de la
Venerable Orden de San Francisco situada en esta calle. Comprendía parte del
antiguo campillo de San Francisco. Desde 1932 recibe el nombre de Calatrava
como continuación de ésta. La calle de Santos desapareció con la construcción
de la Gran Vía de San Francisco. En este lugar tuvo su quinta Mosén Romano, el
opulento judío, contador mayor de Castilla y amigo de Enrique II a quien
prestaba grandes sumas de dinero.
Al morir, dejó su casa al convento de Maravillas, donde era monja una sobrina suya. La imagen de Cristo, que por lo anteriormente narrado fue conocida como de las Maravillas, estuvo puesta durante un tiempo en el portal de la casa que fue de don Luis, que era la número 10. En 1820 la casa fue expropiada y posteriormente vendida. La dama que la compró, aunque mantuvo la casa y el oratorio, llevó la imagen a la capilla de San Isidro de la parroquia de San Andrés.
La calle de Calatrava, paso obligado para ir a la iglesia de la Paloma, es de las más considerables y animadas de la zona. Los días de la famosa verbena esa calle, donde vive gente de rumbo, está vistosamente adornada.
En esta calle existió también un famoso fabricante de mantones de Manila, atuendo para las chulapas típico en la popular verbena de la Paloma.
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