Se llamó de la Sierpe o del Caño de la Sierpe por una fuente que allí había y arrojaba agua por un caño de bronce que representaba aquella figura.
Fue también denominada calle de la Negras, y era su tradición que en aquel paraje, cuando estaba fuera de la primitiva puerta de Toledo o de la Latina, había una casa con una especie de castillete donde un rico brasileño, negociante de joyas y piedras preciosas, habitaba, teniendo con él unas esclavas negras, a las cuales trataba duramente, infligiéndolas graves castigos y sujetándolas a veces con cadenas y argollas de hierro, por lo que se oían con frecuencia lastimeras quejas y gritos de dolor que partían de aquella espantable mansión.
Pero aconteció que habiendo sido la casa asaltada por unos ladrones, fue atado el brasileño a un poste de los que él se servía para martirizar a las negras, las cuales, mientras los bandidos saqueaban el tesoro del indiano, cayeron sobre el prisionero, dándole horrible muerte, con que se vengaban de las crueldades que él había cometido con ellas.
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