De la plaza de Celenque a la plaza del Carmen, bs. de la Puerta del Sol y del Carmen, d. de Centro, ps. de San Ginés y de San Luis.
Hállanse refundidas en la de Tetuán tres antiguas calles. La de Peregrinos, desde la plaza de Celenque hasta el número 12; la de la Zarza, desde ese número hasta la calle Preciados, y la de los Negros, entre la calle y la plaza del Carmen. La parte entre las calles de Preciados y del Carmen fue abierta cuando se hizo la reforma de la Puerta delSol. Entonces desapareció el primer trozo de la calle de la Zarza, que comenzaba a la entrada de la calle del Arenal, y la nueva vía resultante de aquellas tres tomó el nombre que conserva, y de reciente gloria en aquella época en que acababa de ser ganada la guerra de Africa.
Tratándose de calles tradicionales las tres que han venido a formar la de Tetuán, no se puede prescindir de la referencia al origen de ellas. Peregrinos: Había en Madrid una virtuosa viuda, llamada doña Ana Rodríguez, poseedora de unas casas junto al sitio que ocupó el barranco de la Zarza, y cuyas fincas dejó en su testamento a la antigua cofradía de Nuestra Señora de Gracia, que estuvo en el convento de San Francisco, el año 1555, la cual fundó en ellas un hospital para peregrinos, poseído por esa hermandad hasta 1580, en que la ocupó el Ayuntamiento para enfermería donde recoger a los atacados de una peste o pestilencia, como entonces decían, y era una de tantas epidemias gripales como han castigado a la villa.
Siendo receptor del hospital el respetable Gregorio Sánchez, después la misma hermandad, unida a la de la Vera Cruz, que también estaba en San Francisco, siguió hospedando a los peregrinos según su benéfico instituto; pero dejando de hacerlo en esta casa desde 1587. Habiendo quedado sin uso esta finca, trajeron a este sitio las mujeres arrepentidas, en donde permanecieron hasta 1623, en que empezaron a formar comunidad, y entonces se las trasladó a la calle de Hortaleza, al convento de la Magdalena, para cuya fundación se trató de vender el hospicio de los peregrinos; pero la hermandad que lo poseía se resistió a ello.
En 1643, cumpliendo el decreto del Consejo de Castilla dado en 10 de noviembre de 1591 y refrendado por Juan Gallo de Andrade, escribano de cámara, en que se mandaba la reducción de hospitales, pasó este hospicio al venerable Bernardino de Obregón.
La calle de la Zarza recordaba el barranco de ese nombre a donde el rey D. Pedro I mandó arrojar once reos moros y judíos, culpables de haber cometido un robo en la iglesia de San Ginés. Del barranco de la Zarza salió el famoso lagarto, que fue llamado de San Ginés, por haber sido llevado su cuerpo a aquel antiquísimo templo.
La calle de los Negros se denominaba así porque allí habitaban los que servían al presidente del Consejo de Indias, que era el dueño de la casa inmediata a la iglesia del Carmen, llamada también de la Tribuna, por dar a la capilla mayor de la iglesia conventual.
En esta parte fue edificado hace unos veinticinco años el gran frontón que se llamó Central, y que ha sido también habilitado para otras clases de espectáculos.
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