La calle de San Pedro Mártir está entre la calle del Calvario y la plaza de Tirso de Molina, b. de Jesús y María, d. del Hospital, p. del Buen Consejo.
Estudió en una escuela católica en Lombardía, por entonces
uno de los centros de la herejía, lo que marcó su educación. Tras estudiar en
la universidad de Bolonia, ingresó en la Orden de predicadores (dominicos) de
la mano de su fundador, santo Domingo de Guzmán, en 1221.
En la calle de San Pedro Mártir con la calle de la Cabeza y al lado de la plaza de Tirso de Molina, hay un bonito homenaje a Picasso y a José Isbert en las paredes de un edificio que conmemora el centenario del nacimiento del primero y a la vez recuerda que el genio de Málaga vivió en esa casa dos años: de 1897 a 1898.
Esta calle está dedicada a San Pedro de Verona, conocido también como San Pedro Mártir,
nacido en Verona el 29 de junio de 1205 y fallecido en Como el 6 de abril de
1252. Fue un fraile dominico, inquisidor y mártir italiano.
Aquí había una casa que
fue del doctor Agreda, canónigo de Toledo, y habiéndola legado al convento de San
Pedro Mártir, en aquella ciudad, la Comunidad propietaria de la finca puso en su
fachada una efigie del santo patriarca de Alejandría, de lo que vino el nombre a
la calle.
En el número 2 de ella,
piso bajo, vivía en 1821 el capellán de honor, antiguo cura de Tamojón, D. Matías
Vinuesa, acusado de un fantástico plan anticonstitucional, y víctima del furor popular,
que le dio muerte en la cárcel de Corona, que se hallaba allí inmediata, en la
calle de la Cabeza.
Inició una actividad apostólica intensa: predicó en el norte
de Italia (Milán y Venecia) entre 1232 y 1234. Fue prior en Asti y Piacenza. En
Milán fundó el monasterio dominico de San Pedro del Camposanto.
Luchando contra las creencias cátaras, se consagró a la
formación cristiana de laicos, a la difusión del culto a la Virgen y a la
creación de instituciones para la defensa de la ortodoxia católica.
En Florencia trabó nuevas amistades con los después también
canonizados Alexis de Falconieri y los otros seis fundadores de la Orden de
Siervos de María, los llamados servitas, siendo su consejero.
En 1251 gracias a sus numerosas virtudes, a ser un gran
orador y predicador, a su gran conocimiento de la Biblia y a su severidad en su
forma de vida, el papa Inocencio IV lo nombró Inquisidor de Lombardía y prior
en Como. Desde que sus superiores lo nombraron en su cargo, evangelizó por toda
Italia, predicando en Roma, Florencia, Bolonia, Génova y Como. La gente acudía
a verlo y lo seguía, siendo las conversiones numerosas. Habitualmente arremetía
contra los católicos de palabra y no de actos.
Murió asesinado el 6 de abril de 1252, el sábado de Pascua,
al atravesar el bosque de Barlassina, en las proximidades de Séveso, cuando
volvía de Como a Milán. Tenía 47 años. Su asesino, un tal Pietro da Balsamo,
llamado también Carino, le dio un golpe de podadera en la nuca y una puñalada
en el pecho. El crimen habría sido urdido por el obispo hereje Daniele da
Giussano y algunos señores milaneses, entre ellos Stefano Confalonieri. El
asesino entró posteriormente en la orden de los dominicos por los
remordimientos que le produjo este acto.
Su cuerpo fue llevado hasta Milán y descansa en la iglesia
de San Eustorgio, en un ornado sepulcro obra de Giovanni Balduccio Pisano. Su
festividad se celebra el 29 de abril.
Le fueron atribuidos muchos milagros en vida y aún más
después de su martirio. Fue canonizado por el papa Inocencio IV el 9 de marzo
de 1253, sólo 337 días después de su muerte, siendo de esta manera el santo más
rápidamente canonizado de la Iglesia Católica. El Papa, en la bula de
canonización, le reconoce devoción, humildad, obediencia, benevolencia, piedad,
paciencia y caridad; y lo presenta como un ferviente amante de la fe, su
eminente conocedor y todavía más, su ardiente defensor.
En la calle de San Pedro Mártir con la calle de la Cabeza y al lado de la plaza de Tirso de Molina, hay un bonito homenaje a Picasso y a José Isbert en las paredes de un edificio que conmemora el centenario del nacimiento del primero y a la vez recuerda que el genio de Málaga vivió en esa casa dos años: de 1897 a 1898.
Se trata de cuatro pinturas colocadas verticalmente, una en cada piso del edificio, donde se representa a Picasso en diferentes escenas. En la primera se pude leer: “En el centenario de su nacimiento, Madrid recuerda a Pablo Ruiz Picasso, vecino de esta casa en 1897 y 1898”.
En ese período Picasso tenía solo 16 años, y había llegado a Madrid desde Málaga para estudiar Bellas Artes. Era la segunda vez que pasaba una temporada en Madrid, y vivía en la pensión que antiguamente había en esta casa.
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