De la plaza de San Martín a la calle de Trujillos, b. San Martín, d. Centro y p. San Ginés.
Ha sido también llamada
calle del Ataúd. Tuvo el origen este nombre de un corralón que allí había, perteneciente
a la parroquia de San Martín, y en el que había algunas viviendas que ocupaban los
enterradores de la misma. En ese paraje se conservaban unas angarillas, en las que
colocaban el ataúd que servía para recoger los cadáveres de los pobres, que eran
trasladados a esa parroquia, donde se les cantaba el oficio y después los conducían
con acompañamiento de cuatro curios y un estandarte, que llevaban los hermanos
de la cofradía de San Sebastián, y con
cruz levantada, a darles sepultura en el cementerio de la Buena Dicha.
Este entierro de misericordia era el que llevaban todos aquellos feligreses que no costeaban funeral, que eran muy pocos, pues era menester el estado de absoluta indigencia en una familia para que se consistiese que uno de sus individuos figurase en el libro de sepelios como enterrado de limosna y conducido a la tumba en el pavoroso ataúd que se veía en aquel corralón, y cuya vista atemorizaba a los muchachos del barrio, a quienes para enmienda de sus travesuras, se les amenazaba con encerrarles en el fúnebre recinto que dio nombre a la calle.
El ataúd desapareció desde la construcción del camposanto de la puerta de Fuencarral, obra que se terminó con los fondos de la parroquia de San Martín.
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