La calle de Carlos Arniches está entre la plaza del General Vara de Rey y el Campillo del Mundo Nuevo.
Esta es la antigua calle del Peñón. La tradición que explica
su nombre tiene mucha relación con la del Campillo en que finaliza, aunque en
este caso está algo más puesta en razón. Aquí había un peñón muy grande que en tiempos
remotos fue derribado o bien se cayó solo, y de esta manera se pudo ensanchar
la villa por esta zona.
Y muy apropiado es dedicar, en plenos barrios bajos y en el
corazón del Madrid más castizo, esta calle a uno de los dramaturgos que, sin
ser hijo de la villa, tan bien supo reflejar su alma. Aunque nacido en Alicante
vivió en el número 31 de esta calle.
Inició su carrera literaria escribiendo libretos para
zarzuelas y para el género chico. Con El Santo de la Isidra empezó a dedicarse
a retratar al chulo y la chulapa de los barrios bajos de nuestra villa, en
sainetes con chispeantes e ingeniosos diálogos que hacen las delicias de todo
amante de lo madrileño. También compuso comedias largas entre las que destacan
La señorita de Trevélez -para muchos su mejor obra, en la que anticipa los
Esperpentos de Valle-Inclán- y Es mi hombre. Este genial comediógrafo murió en
su villa de adopción en 1943.
Carlos Arniches Barreda (Alicante, 11 de octubre de 1866 -
Madrid, 16 de abril de 1943) fue comediógrafo español, padre del arquitecto
Carlos Arniches Moltó y suegro del escritor José Bergamín.
Fecundo autor de sainetes y comedias, al que se recuerda
sobre todo como pintor de los ambientes populares de Madrid, cuyo chulesco y
castizo lenguaje supo recrear de forma inimitable, inspirándose en el género
chico o zarzuela y en el teatro por horas del siglo XIX. Desde entonces, los
peculiares personajes madrileños de su teatro son interpretados siempre
hablando de una forma característica muy redicha y con la sílaba recortada,
pese a que la intención del autor era caricaturizar ese madrileñismo de baja
estofa que sin embargo tan bien supo destilar. Recogió algunos sus sainetes en
Del Madrid castizo y creó un género cómico nuevo que denominó tragedia
grotesca', donde expresaba sus inquietudes sociales y regeneracionistas; en
palabras del mismo autor, aspiraba "a estimular las condiciones generosas
del pueblo y hacerles odiosos los malos instintos, nada más". Destacan
especialmente Es mi hombre (1921), sátira del machismo y La señorita de
Trevélez (1916), donde se critica a la juventud burguesa, ociosa y desocupada,
que con sus crueles bromas no toma en consideración los sentimientos de los
demás.
Entre otras obras del autor cabe mencionar Casa editorial
(1888, su primera obra), La leyenda del monje, Los aparecidos (1892), El cabo
primero (1895), El santo de la Isidra (1898), Doloretes (1901), El puñao de
rosas (1902), El pobre Valbuena (1904), Las estrellas (1904), Alma de Dios
(1908), Mi papá (1910), La primera conquista (1910), Genio y figura (1910), El
amo de la calle (1910), Gente menuda (1911), El príncipe casto 1912, La casa de
Quirós (1915), Serafín, el pinturero (1916), La venganza de la Petra (1917),
Que viene mi marido (1918), Los caciques (1920), No te ofendas, Beatriz (1920),
La chica del gato (1921), Don Quintín, el amargao (1924), El último mono
(1926), El señor Adrián, el primo (1927), El solar de Mediacapa (1928), Para ti
es el mundo (1929), El señor Badanas (1930), La diosa ríe (1931), Yo quiero
(1936), El Padre Pitillo (1937), El tío Miserias (1940) y su última obra Don
Verdades (1944).
Arniches dominaba la técnica teatral y los recursos cómicos
de la acción y sus comedias son ágiles y entretenidas; sabía bien cómo mezclar
la tragedia y lo jocoso y cómo sacar partido de cualquier situación dramática,
no sólo por su vis cómica y por su magistral uso del lenguaje, aunque se le
reprocha que triture la gramática y el vocabulario y su abuso de los ambientes
vulgares. Colaboró también como libretista de zarzuelas para los maestros
Ruperto Chapí, Federico Chueca y José Serrano (El trust de los tenorios, en
1910 y El amigo Melquiades, 1914). Además se vio afortunadamente en otros
géneros como el género ínfimo o la opereta y por su fama tan dilatada obtuvo
una calle en Madrid que fue quitada en la guerra civil por su ideología.
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