La calle del Casino va de la calle de Embajadores a la calle de la Ribera de Curtidores.
Según Peñasco y Cambronero se llamó Sol al
tramo de la actual calle del Casino comprendido entre las de Embajadores y
Ventorrillo. En el plano de Texeira aparece sin nombre y en el de Espinosa como
parte de la de Tribulete.
A partir de 1835 se denominó Calle del Casino y
posteriormente se prolongó la calle hasta la calle de la Ribera de Curtidores.
Toma el nombre del llamado Casino de la Reina,
finca de recreo que el Ayuntamiento regaló, en 1817, a la reina Isabel de
Braganza, segunda esposa de Fernando VII y cuyo palacete lo aprovechaba
Fernando VII para sus correrías nocturnas.
El
Casino de la Reina es una casa de recreo o casa de campo con grandes jardines
que el Ayuntamiento de Madrid regaló a la reina Isabel de Braganza, segunda
esposa del rey Fernando VII, según el acuerdo que se llevó a cabo el 5 de abril
de 1817. Ubicada en la actual glorieta de Embajadores y limitada por las calles de Embajadores, Portillo de
Embajadores, Ronda de Toledo y la Ribera de Curtidores. En los albores del siglo
XXI el recinto está ocupado por una serie de edificios docentes y los jardines
han quedado muy reducidos.
Tras
haber hecho el acuerdo del regalo, el Ayuntamiento de Madrid se dispuso a
realizar la adquisición de los terrenos y del edificio y el día 24 de abril de
1817 adquirió la Huerta de Romero, cuyo propietario era Manuel Romero, que
había sido ministro de Justicia en los tiempos de José Bonaparte. Manuel
Romero, a su vez, había adquirido la finca en 1808, tras haberle sido
confiscada a los clérigos regulares de San Cayetano por el gobierno. A esta
compra había añadido varias casas y el Almacén municipal de Aceite y Pescado
(situado todo ello en la calle del Sol, que en el siglo XXI se llama calle del
Casino). Después había mandado construir una casa-palacio y había embellecido
el lugar con un jardín.
A
finales de 1817, el Ayuntamiento decidió que la finca comprada no era lo
suficientemente grande, así es que compró otras cuatro posesiones para
completar la superficie, cuya extensión es la que se conoce en la actualidad.
Los nuevos añadidos fueron:
Un
corral que pertenecía al mayorazgo de Gil Imón (fundado en el siglo XVII por
Baltasar Gil Imón de la Mota).
Un
corral cuya fachada daba a la ribera de Curtidores, propiedad de Manuel
Martínez Muro.
Una
casa-fábrica de alfar, en la calle de Mira el Sol, propiedad de Ventura
Mazarrón.
Un
gran solar que contenía también un tejar-fábrica de ladrillos, perteneciente a
Miguel Picazo Cobobriz. Estas dos últimas pertenencias procedían de la antigua
Huerta del Bayo.
Finalmente
la finca quedó configurada en forma de hexágono irregular, con una extensión de
13 fanegas, 4 celemines y 160 pies de superficie. Su perímetro fue cerrado por
una cerca y se plantaron abundantes árboles frutales y de sombra. El jardín
llegó a ser muy bello, con paseos, fuentes y rías, además de los edificios.
El
edificio principal era el palacio, construido por el Maestro Mayor (arquitecto
municipal) Antonio López Aguado, con un exterior carente de adornos y un
interior de gran riqueza artística. Lo más notable era una sala con zócalos de
mármol cuyo techo estaba pintado por Vicente López Portaña más dos cuadros
pintados por Ribera. La fachada tenía una buena escalinata con barandilla de
hierro fundido, rematada por 10 bustos en mármol blanco.
En
el extremo sureste de la finca existía una gran ría con un dique y dos lanchas
de remos, y en la zona más alta había una gruta o cenador con asientos y mesas
rústicas. Había además un gran estanque de agua gorda, construido en ladrillo y
mampostería que se utilizaba como depósito para regar. Las aguas potables
venían de la plaza del Progreso (actual de Tirso de Molina) hasta una arqueta
situada en el nº 47 de la calle Lavapiés.
También
había una gran estufa fría (un invernadero) y un importante edificio para los
empleados denominado Casa de Familia y que tenía una salida frente a la calle
Peña de Francia (esta calle desemboca en la calle del Casino).
En
el lado sur del perímetro se encontraba la entrada principal con una puerta
grandiosa que se conserva todavía en el siglo XXI en la entrada de los Jardines
del Retiro desde la Puerta de Alcalá, la Puerta de la Independencia. En la
parte norte se hallaba la "puerta de carros" desde la que se accedía
a la antigua calle del Sol (actual calle del Casino). Todo el recinto estaba
salpicado de pequeños edificios, estatuas, bancos, etc. De todo ello no quedan
sino escasos restos. La reja que rodea todo el espacio procede del palacio de
San Juan, ubicado en lo que fue pertenencia de los jardines del Buen Retiro y
que fue derribado para dar su espacio a lo que fue Palacio de Comunicaciones
(Correos) en la plaza de Cibeles y Ministerio de Marina.
En
la segunda mitad del siglo XIX comenzaron los cambios y la remodelación del
espacio de la finca. La posesión se había revertido al Estado Español, aun
cuando había sido el Ayuntamiento de Madrid el que en su día compró las
propiedades para ofrecérselas a la reina Isabel de Braganza. En
"compensación", el Estado donó la gran puerta principal al
Ayuntamiento, que a su vez la colocó en el nuevo cerramiento del Retiro, en el
acceso a los jardines desde la plaza de la Independencia.
El
20 de marzo de 1867 fue creado por Real Orden el museo de Arqueología y fue
inaugurado el 5 de julio de 1871 por el rey Amadeo de Saboya. Su primer
director fue Ventura Ruiz de Aguilera. Se instaló dicho museo en lo que había
sido palacete y demás dependencias en el Casino de la Reina. Allí se estableció
con sus departamentos, sus jardines y su biblioteca hasta que en julio de 1895
fue trasladado al nuevo edificio del Paseo de Recoletos. En otras dependencias
se instalaron el Gabinete Numismático, las antigüedades de la Biblioteca
Nacional y una colección de antigüedades de la Escuela Superior de Diplomacia.
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