martes, 24 de febrero de 2015

Plaza de Jacinto Benavente

Plaza de Jacinto Benavente

La plaza de Jacinto Benavente es un amplio espacio en el que confluyen las calles de Carretas, de la Cruz, de las Huertas, de Atocha, del Doctor Cortezo, de la Concepción Jerónima y de la Bolsa. El nombre de la plaza figura en memoria del dramaturgo y Premio Nóbel en 1922, Jacinto Benavente y Martínez, autor de obras como Los intereses creados o La malquerida.

La plaza se creó en 1926 como consecuencia del derribo de varios edificios en torno a la plazuela de la Aduana Vieja y la anexa plazuela de la Leña (luego calle de la Bolsa) y la calle de Carretas, entre ellos el Convento de los Trinitarios Calzados. Tras el ensanche, el palacio de los Cinco Gremios Mayores construido por Manuel de la Ballina en el siglo XVII, pasó a ser propiedad del Banco de Isabel II, y al fusionarse este banco con el de San Carlos, dio origen a la primera sede del Banco de España. En el inicio del siglo XXI alberga la Dirección General del Tesoro. Durante el ensanche también se derribó la lonja del Almidón.

A comienzos del siglo XX se edificó uno de los primeros cines de la capital: el Cine Ideal (en la embocadura de la calle del Doctor Cortezo). En los años cincuenta se levantó el edificio del "Centro Gallego", de ahí que en las inmediaciones del edificio se colocase un crucero recordando a los peregrinos que realizan el camino de Santiago. En 1998 se unió a la decoración de la plaza un barrendero de bronce obra del escultor Félix Hernando García. Desde finales del siglo XX se ha empleado en ocasiones como espacio para las ferias de artesanía.

Jacinto Benavente y Martínez (Madrid, 12 de agosto de 1866 - Madrid, 14 de julio de 1954) fue un dramaturgo, director, guionista y productor de cine español, Premio Nobel de Literatura 1922.

Nacido el 12 de agosto de 1866 en la madrileña calle del León, fue el menor de los tres hijos que tuvo el médico pediatra Mariano Benavente, circunstancia que suele relacionarse con el interés que mostró por la medicina.

Inició los estudios de derecho en la Universidad Central de Madrid, pero, a la muerte de su padre (1885) y gracias al desahogo económico que le brindó la herencia, los abandonó para dedicarse a la literatura y a viajar por Francia y Rusia. Durante un tiempo fue empresario de circo y algunos biógrafos, como Fernando Lázaro Carreter y Ángel Lázaro, sugieren que trabajó inclusive en él, porque estaba enamorado de una trapecista inglesa, la Bella Geraldine, lo que él siempre negó. Benavente, que nunca se casó, era homosexual, y sus obras fueron censuradas durante un periodo tras la Guerra Civil por este motivo y por haber sido cofundador en 1933 de la Asociación de Amigos de la Unión Soviética.

En 1892 publica su primera obra, Teatro fantástico, a la que le sigue un libro de poemas, Versos, otro de cuentos, Villanos y uno de crítica, Cartas de mujeres, todos aparecidos al año siguiente.

El primer estreno data de 1894: El nido ajeno, que no tuvo éxito. Carreter señala al respecto que "la obra fracasó porque el público y la crítica fueron ciegos para comprender sus importantes novedades" y agrega que Azorín fue el único que supo valorar las primeras obras del dramaturgo. Este, por su parte, reconoció: "Mal acogida por el público y mucho peor por la crítica". A lo largo de su vida escribirá más de ciento setenta piezas.

En 1899, fundó en Madrid el Teatro Artístico, en el que colaboró Valle Inclán y cuyo objetivo era representar un repertorio guiado por los intereses exclusivos del arte y por su intencionalidad regeneracionista en toda la amplitud del término. Su referencia más inmediata fue, como en otros casos, el Teatro Libre, creado años antes por André Antoine en París. Entre sus propósitos, aluden a la escenificación de obras minoritarias y es perceptible un cierto elitismo endogámico en sus propuestas. A los treinta y dos años ya era un autor conocido y, tras pelearse con Valle-Inclán en la tertulia del Café de Madrid, formó la suya aparte en la Cervecería Inglesa de la Carrera de San Jerónimo.

El éxito le llega con el nuevo siglo: La noche del sábado (1903) y Rosas de otoño (1905) y Los intereses creados (1907), considerada su obra maestra. Carreter escribe que "el público lo saca del teatro materialmente en hombros, algunas noches de estreno" y obtiene "la aquiescencia de críticos tan difíciles como Unamuno y Ortega y Gasset".

Ingresó en la Real Academia Española en 1912, ocupó en 1918 un escaño en el Congreso de los Diputados.

Después de la muerte de su madre, en 1922, se fue a Estados Unidos como director artístico de una compañía de teatro y fue, precisamente durante su viaje, cuando se enteró de la concesión del Premio Nobel de Literatura. En Norteamérica pronunció conferencias, se representaron algunas de sus obras y fue nombrado hijo adoptivo de Nueva York.

De regreso en España, recibe numerosos homenajes (entre ellos, hijo predilecto de Madrid, 1924) y después viaja a Egipto, la Tierra Santa, Oriente Medio y Rusia, donde pasó varios meses.

Fue cofundador, el 11 de febrero de 1933, de la Asociación de Amigos de la Unión Soviética, creada en unos tiempos en que la derecha sostenía un tono condenatorio en relación a los relatos sobre las conquistas y los problemas del socialismo en la URSS.

Durante la guerra civil, Benavente permaneció primero en Madrid y luego en Valencia, donde las autoridades del Gobierno del Frente Popular le homenajearon repetidamente y donde llegó incluso a actuar en escena interpretando el papel de Crispín en Los intereses creados. Una vez terminado el conflicto, ello le creó serias dificultades, aunque él alegase repetidamente que sus tomas de posición le habían sido impuestas bajo amenaza de muerte.

Se llegó incluso al curioso extremo de permitir la puesta en escena de sus obras pero sin indicar su nombre, que pasaba a ser "por el autor de La malquerida". Sin embargo, no ahorró demostraciones de adhesión al nuevo régimen: en Valencia subió a la tribuna presidencial para asistir al desfile de las tropas nacionales; su presencia en la Plaza de Oriente de Madrid, en la gran manifestación profranquista de 1947 —presencia abundantemente comentada y fotografiada en la prensa—, le congració el aprecio del régimen y terminó con el silencio oficial que la censura había impuesto sobre su persona y sus obras.

Fue presidente, a título honorario, de la Asociación de Escritores y Artistas Españoles durante el periodo de 1948 a 1954.

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