La calle de Lavapiés se sitúa entre la calle de la Magdalena
y la plaza de Lavapiés.
Antiguamente se llamó Real de Lavapiés, por concesión de
Felipe III aunque tuvo otras denominaciones, en el S. XVIII se la conocía como
Avapiés, así lo escribe Ramón de la Cruz en sus sainetes, pero al siglo
siguiente volvió a recuperar el nombre de Lavapiés.
Una gran cantidad de autores coinciden en que Lavapiés fue
el origen de la judería de Madrid y que la sinagoga estaba donde hoy se
encuentra la Iglesia de San Lorenzo.
Tras la expulsión de los judíos en 1492, dicha calle
permaneció ocupada por los judíos conversos y el barrio comenzó a ser conocido
por el de la manolería.
La manolería fue el término que se extendió a la población
de los llamados barrios bajos -llamados así por su situación topográfica, ya
que están en una suave pendiente que baja hasta el río- y porque Manuel o
Manolo era el nombre más común que ponían los conversos a sus primogénitos.
Mención especial merece la industria más famosa de la calle,
la de las buñolerías, que tuvieron una gran importancia desde su origen. De
hecho, ya consta que en 1621 los buñoleros pidieron al Consejo la revocación de
un auto por el que se mandaba vender la libra de buñuelos a catorce maravedíes,
afirmando que no podían a menos de dieciocho.
Al final de la calle de Lavapies, en la esquina de la plaza de Lavapies con la calle de Tribulete estuvo la Real Fábrica de Coches y frente a
ella la fábrica de cervezas.
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