miércoles, 25 de febrero de 2015

Calle de Ventura de la Vega

Calle de Ventura de la Vega

La calle de Ventura de la Vega transcurre entre la Carrera  de San Jerónimo y la calle del Prado.

Se denominó así por acuerdo municipal de 2 de enero de 1888, en memoria del famoso autor dramático, nacido en Buenos Aires en 1807.


Buenaventura José María de la Vega y Cárdenas conocido como Ventura de la Vega (Buenos Aires, Virreinato del Río de la Plata, 1807 - Madrid, 1865) fue un escritor y dramaturgo hispanoamericano que tuvo su consagración en España.

Nació en la ciudad de Buenos Aires, entonces capital del Virreinato del Río de la Plata, el 14 de julio de 1807. Su padre al morir manifestó su deseo de que fuera educado en España y al cumplir los once años, ya producida la Revolución de Mayo y en plena lucha por la emancipación Argentina, su madre lo envió a la península al cuidado de un tío suyo.
La tradición indica que mientras el niño se resistía a ser embarcado y era conducido por la fuerza desde el muelle gritaba "Ciudadanos, ¿consentiréis que se destierre á un argentino de su patria, á la fuerza, y contra su voluntad?".

Su adaptación en España habría sido rápida. En el colegio de San Mateo de Madrid fue discípulo de Alberto Lista, de quien recibió el gusto por un clasicismo moderado, y compañero de José de Espronceda, con el cual formó parte de la Sociedad de Los Numantinos, por lo que estuvo preso en un monasterio de Madrid.

Muerto su tío, finalizada la guerra y consolidada la independencia argentina, su familia le pidió que regresara a Buenos Aires pero Ventura decidió permanecer en España.

Conservador desde 1836, llegó a ser profesor de Isabel II y director del Teatro Español en 1847, así como académico de la Lengua Española en 1842; en su discurso de ingreso atacó al Romanticismo por su agresividad social. Sus ideas juveniles, algo volterianas, evolucionaron hacia la religiosidad, sobre todo a partir de su matrimonio con la célebre cantante Manuela Oreiro de Lema (1838).

Ventura de la Vega es poeta lírico y dramático. Sus poesías, a menudo de circunstancias, poseen finura y elegancia formal. En general, tanto en poesía como en teatro, es clásico y contrario al Romanticismo, aunque algunas veces reciba su influencia. Sus libros poéticos son Rimas americanas (La Habana, 1833, sólo los primeros poemas), Obras poéticas (París, 1866) y Poesías líricas (Madrid, 1873). Como comediógrafo sigue la estela de Leandro Fernández de Moratín y Manuel Bretón de los Herreros y hace gala de un sistema de valores claramente burgués y de clase media, por medio de una comedia de salón realista y moralizadora. Se muestra, pues, un precursor del teatro de Adelardo López de Ayala y de la alta comedia de Jacinto Benavente. Traductor infatigable, dejó no menos de 86 traducciones de piezas teatrales, entre ellas muchas de Eugène Scribe.

Escribió libretos de zarzuela como Jugar con fuego (1853), para Francisco Asenjo Barbieri. Su comedia más conocida es El hombre de mundo (1845), historia de un calavera atormentado por los celos, que Marcelino Menéndez Pelayo la consideró demasiado artificiosa. Una frase de esta obra, "Todo Madrid lo sabía, / todo Madrid menos él" se ha convertido en frase hecha. También cultivó el drama histórico con piezas como Don Fernando de Antequera (1847) o La muerte de César (1865), esta última una obra muy apreciada por Juan Valera. Los críticos destacan en este autor la excelente versificación y su respeto a la documentación histórica. La muerte de Curro Cejas (1866) es una parodia de esta obra hecha por el mismo autor. Dedicó dos obras a Cervantes: Don Quijote en Sierra Morena (1832), basada en el episodio de Cardenio y Dorotea, que le valió elogios de Larra, y Los dos camaradas, (1857), sobre la vida del Manco de Lepanto.

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