A la calle Grafal, entre la Plaza de Segovia Nueva y la calle de la Cava Alta, antiguamente se llamó del Azotado.
Se cuenta que hace unos siglos vivió en esta calle Hernán
Carnicero, personaje que había llevado una vida plácida hasta que algún tipo de
gafe se apoderó de él. Todo comenzó cuando las autoridades de la villa, debido
a una denuncia anónima, supieron que Hernán le había cogido el gustillo al
visitar a horas intempestivas a una de sus vecinas, Mary Gonzalbo.
Alegando que sus visitas tenían fines deshonestos, las
autoridades condenaron a Hernán a ser azotado y a ser paseado en público a
lomos de un asno. Para más inri la sentencia aclaraba que parte de esos azotes
debía recibirlos delante de su casa. Tras una monumental paliza Hernán fue
ingresado en el Hospital General donde tuvo que curarse por partida doble, ya
que al daño físico recibido se le sumó el recuerdo de las burlas recibidas por
parte de sus vecinos.
Al volver a casa comprobó que el asunto no estaba olvidado,
y es más, las chanzas hacia él iban en aumento. Al no querer soportar más
humillaciones de nadie Hernán decidió deshacerse de su casa, vendiéndola o
alquilándola, pero comprobó que nadie estaba interesado en ella ya que había
pasado a conocerse como la casa del azotado y por alguna incomprensible razón
nadie quería vivir allí.
Una noche Hernán decidió acabar con su mal fario, y decidió a
quemar su casa. Por desgracia, el gafe seguía con él y las llamas se
extendieron a las viviendas contiguas que acabaron también reducidas a cenizas.
A partir de aquí la leyenda varía ya que hay quienes cuentan que Hernán fue
arrestado y pasó buena parte de su vida a la sombra, mientras que otros afirman
que tras comprobar el desastre causado puso pies en polvorosa, dejó al gafe
atrás exhausto, y nunca más se supo de él.
Sea como fuere cuando la zona en la que estaba su vivienda
se reconstruyó y pasó a denominarse como calle del Azotado, y se tomó la
costumbre de llevar hasta allí a todas aquellas personas castigadas por las
autoridades a sufrir el mismo castigo.
En el año 1747 la calle del Azotado cambió su nombre por el
de calle de Grafal, en honor al Marqués de Grafal, corregidor que fué de Madrid, en cuyo tiempo se acabó de terraplenar el foso de la Cava Alta, y se reparó el aloli de la villa, y se ensanchó plaza de Puerta Cerrada, negociando con las monjas de la Concepción Francisca la cesión de una gran parte de terreno para formar la calle de la mencionada Cava Alta. Por haber estado alli su casa se le puso a la calle su titulo.
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