De la calle Colegiata tenemos noticias que datan del siglo
XVII, cuando su recorrido abarcaba el actual, más la acera norte de la plaza deTirso de Molina, y la calle de la Magdalena, hasta la
plaza de Antón Martín. Era conocido dicho eje viario con el larguísimo nombre
de Calle que va de la Compañía de Jesús a la plaza de Antón Martín frontero de
la Portería de los Carros de la Santísima Trinidad.
En el plano de Texeira, que
data de 1656, figura con el nombre de calle de la Compañía y en el de Espinosa,
que se publicara en el último tercio del siglo XVIII, con el de La Merced. Las
razones son obvias, la construcción en las inmediaciones de la Real Colegiata
por la Compañía de Jesús, y la presencia del convento de La Merced en la actual plaza de Tirso de Molina, respectivamente, inclinaban al callejero a hacerse eco
de ello.
También fue llamada de Los Comuneros. Y de San Isidro. En los años 40
del siglo XIX fue denominada de
Villalar, en honor de este rebelde lider. Pero el calificativo oficial más
aceptado fue la de calle del Burro. Las razones de tan popular y prosaico
título nos las ofrece gratuitamente Pedro de Répide en sus Calles de Madrid.
Dice que “llamose del Burro porque en el corralón que quedó a espaldas del
convento de la Concepción Jerónima, y en el que se encerraban las burras de
leche, se guardaban maderas y se aglomeraban montones de estiércol, hízose un
espantapájaros con la piel de un asno rellena de paja”.
Répide nos da otra
versión parecida sobre el origen popular del nombre y es la de que “había en la
pared de la calle un azulejo anunciando las burras de la leche que allí había,
y el vulgo, para no detenerse en especialidad, declaró como burro el animal
allí representado”.
Pero de todas las denominaciones que tuvo la vía la más
pintoresca, fue la de la Compañía del Burro. Se debe, al parecer, al padre
Mariana, que tras extensas y bizantinas discusiones sobre cómo señalar a la
calle, si de la Compañía de Jesús o de la Merced, sugirió él mismo la del Burro
por el espantapájaros referido anteriormente.
Es desde 1848 que se la llama de
la Colegiata porque allí da la fachada lateral de la colegiata de San Isidro, aunque
en la guía de Fernández de los Ríos, publicada en 1876, aparece con la
denominación de calle de Béjar.
Le agradezco su blog que explica la historia y el significado de las hermosas señales de las calles de Madrid. Tomé muchas fotos cuando visité y pude traducir la mayoría, ¡pero sus detalles históricos hacen que las calles cobren vida!
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