La Calle de la Magdalena es una vía del Madrid de los
Austrias y fronteriza al Barrio de las Letras. Corre desde la plaza de Tirso de Molina hasta la calle de Atocha, tomando el nombre de la primitiva ermita de Santa María Magdalena.
En ella vivió Miguel de Cervantes y murieron Patricio de la
Escosura y el alcalde Alberto Aguilera.
Parece probable que el origen histórico de esta calle fuera
la ermita dedicada a la santa cortesana y amiga de Jesús de Nazaret y con más
motivo cuando Luis Manrique de Lara, limosnero de Felipe II de España funda en
el siglo XVI el convento de religiosas agustinas que dando portal a la vecina
calle de Atocha se le dedicó a la Magdalena.
También según Répide, otra casa famosa fue la de San Antonio
de Piedra, llamada así por la estatua que este santo tenía en una hornacina en
el balcón corrido de la que fuera casa del marqués de Cogolludo, primogénito
del duque de Medinaceli, y cuyo última familia en habitarla antes de su
desaparición fue la de los duques de Feria (Antonio Fernández de Córdoba y
María del Rosario Pérez de Barradas, muertos en plena juventud).
La sede de la Filmoteca Española y su biblioteca, fue
instalada en las postrimerías del siglo XX en el Palacio del marqués de
Perales, al inicio de la calle de la Magdalena (portal número 10). El castizo
edificio, con "frondosa portada de churrigueresca" y obra del
arquitecto Pedro de Ribera en el siglo XVIII, fue escenario el 1 de diciembre
de 1808 del sangriento asalto del pueblo madrileño. Una turba que, según
Répide, capitaneaba Pepa la Naranjera, irrumpió en las estancias dando muerte
al regidor de la villa, el marqués de Perales, cuyo cadáver fue luego
arrastrado por las calles. La razón para tanta furia fue que al intentar armarse
para la defensa de la ciudad cercada por las tropas francesas (una vez más y en
esta ocasión con el propio Napoleón Bonaparte al mando), descubrieron los
patriotas que la pólvora que se les repartía para cebar sus cartuchos, no era
pólvora sino arena.
En el antiguo número 40 (levantado sobre lo que antes fuera
el solar de un juego de pelota) existió entre 1843 y 1888 un modesto y popular
coliseo conocido como Teatro Variedades en el que trabajaron grandes figuras de
la comedia española como: Teodora Lamadrid, Carolina Civili, Julián Romea,
Rodrigo Arjona y Emilio Mario. En él, los empresarios Vallés, Luján y el
maestro del género chico Antonio Riquelme pusieron de moda con éxito una
variante del teatro bufo, que se materializó en el llamado «teatro por horas».
La noche del 28 de enero de 1888, el fuego destruyó el local, y no volvió a
reedificarse.
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