Esta calle de Mira el Sol, ubicada entre las
calles de Embajadores y Ribera de Curtidores, tiene relación con sus vecinas calles
de Mira el Río (Mira el Rio Alta y Mira el Rio Baja).
La tradición cuenta que, tras las copiosas
lluvias entre octubre de 1439 y enero de 1440, el 2 de febrero amaneció con un
sol radiante. Los madrileños, si unos meses antes comentaron la fuerza con que
bajaba el río, esta vez exclamaron con alegría “¡Mira el Sol!“. Las plegarias
que se hicieron a la Virgen de Atocha parece que hicieron efecto. Entonces era
habitual sacar en procesión a las imágenes para pedirles que lloviese, que
volviese el buen tiempo o que se apagasen los incendios… La Virgen de Atocha,
cumplido el trabajo, pudo volver a su capilla desde la iglesia de Santa María,
donde se encontraba.
Dice Pedro de Répide:
De la calle de Embajadores a la Ribera de Curtidores, b. de la Huerta del Bayo, d. de la Inclusa, p. de San Millán.
La tradición de su nombre es análoga a la de Mira el Río, diciéndose que después de meses de nublados, lluvias y nieves, el día 2 de febrero amaneció un día claro y de sol resplandeciente, y las gentes de esta villa decían: "¡Mira el sol! ¡Mira el sol!", en tanto que el Ayuntamiento de Madrid, con el Cabildo, devolvía en triunfo la Virgen de Atocha, desde la parroquia de Santa María a sus capilla.
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