La calle de la Cruz es una calle del Madrid de los Austrias
situada entre las plazas de Jacinto Benavente y de Canalejas.
Tuvo corral de comedias y en una de sus casas murió el poeta
romántico José de Espronceda.
Antes de que existiese la calle, el paraje era conocido como
"cerrillo" de la Cruz, por la que coronaba su parte alta.
"—¿Sois el
extranjero que vive en la casa del café de la calle de la Cruz? Pues bien,
mucho cuidado, porque el alcalde Meda y los alguaciles os siguen la
pista".
Es de suponer que a pesar de llamarle Meda se refiere al
alcalde Alonso Pérez Delgado, que ocupó la alcaldía madrileña entre 1765 y
1776, año en que murió.
En la calle estaba el corral de la Cruz que fue acordado por las cofradías de la
Pasión y de la Soledad, que desde el siglo XVI controlaban la explotación de
los espectáculos en el Madrid de los Austrias. Con el fruto de la venta de los
viejos locales que las cofradías tenían en las calles del Lobo y de la
Visitación, pudieron comprar en 1579 uno, más grande, situado en esta calle de
la Cruz, junto a la plazuela del Ángel. El corral de comedias fue inaugurado el
16 de septiembre de 1584, casi al mismo tiempo que el nuevo corral del
Príncipe. Uno de los sucesos más recordados de su existencia como corral fue la
detención en 1587 del dramaturgo Lope de Vega, que acusado de difamación fue
llevado a prisión. Entre los acontecimientos secretos hay que recordar que en
1627, estando Felipe IV en su aposento privado salió a escena María Inés
Calderón, una actriz de 16 años por la que suspiraba media Corte ante el
escándalo de la otra media. El monarca decidió poner paz en el asunto y, alertado
por el duque de Medina de las Torres sobre cierta "propiedad oculta"
de la cómica, concluyó hacer una comprobación personal sobre la joven actriz.
Del trato nacería Juan José de Austria, el único bastardo reconocido de los que
tuvo el Rey.
En el siglo XVIII, al pasar a manos del ayuntamiento de la
Villa, se acometió su reforma y transformación en un teatro a la italiana con
capacidad para 1500 espectadores. Las obras, que se iniciaron hacia 1743, se
encomendaron al arquitecto Pedro de Ribera.
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