La Calle de los Latoneros va desde la calle de Toledo a la plaza de Puerta Cerrada. Aquí se estableció el gremio de beloneros y latoneros, que tomaron por titular al mártir San Lorenzo , cuya imagen se veneró en la antigua parroquia de San Miguel, hoy en la de San Justo, y son los únicos artistas que, además de los maestros cuchilleros , han permanecido en el sitio de su establecimiento primitivo.
Aquí, en la tienda de un latonero, hubo cierto operario con
naturaleza de poeta, el cual, al compás de su martillo y dando golpes sobre las
piezas que trabajaba, improvisaba versos. El conde-duque de Olivares, que
acostumbraba a pasar por allí varias veces, le llamó “el Homero de Puerta
Cerrada”, y acerca de esto habló con el rey poeta; este quiso conocer al
latonero, y el conde-duque se lo presentó: el humilde improvisador, turbado en
la cámara del monarca, apenas se atrevió a moverse. El rey se paseaba por su regia
sala, y dirigiéndose al compositor le dijo:
«¡Hombre, dicenme que vertéis perlas!»
Y el obrero, volviendo en sí, le respondió:
«Si, señor; mas son de cobre,
y como las vierte un pobre
nadie se baja a cogerlas.»
El rey admiró su ingenio, y cuentan que adjudicó un premio
al artista.
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